Cada día surgen más neologismos para definir lo que antes llamábamos “obsesión por tal cosa” e incluso se tachan o catalogan de trastornos lo que antes se veía como un exceso de preocupación o una manía por algo.
Hace dos años hablaba de la anorexia y la bulimia, describía con exactitud estos trastornos y comentaba la existencia de páginas webs en las que se incitaba a prácticas recurrentes para mantener un peso por debajo de lo recomendable y saludable. Hoy, por desgracia, he de decir que estos trastornos no son ya casi exclusivos ni típicos de mujeres jóvenes, sino que se están viendo cada vez más casos entre hombres en torno a los 25 años y chicas cada vez más jóvenes, hasta llegar a la pubertad o pre-pubertad. En Junio moría un modelo llamado Jeremy Gillitzer, quien sufría manorexia, término que alude a la anorexia masculina.
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La vigorexia es otro término de moda, que alude a la obsesión por el ejercicio físico, viéndose siempre sin suficiente masa muscular, suficiente tonicidad ni considerarse en forma a pesar de las horas que se le dedica a tener un cuerpo perfecto. Afecta comúnmente a hombres en su mayoría, aunque cada vez se están viendo más casos de mujeres afectadas por este trastorno. No estamos hablando de alguien que se “pique” con el ejercicio físico, se proponga metas y se preocupe por mantenerse en forma, sino una persona agobiada por su físico y que llega a realizarlo en exceso en pos de lo que considera un cuerpo perfecto.
Por último tenemos la tanorexia, obsesión por estar morenos, por tener la piel permanente e intensamente bronceada. Hace poco, Gina comentaba en Ginatonic “creo que mi amigo es tanoréxico” y definía perfectamente al tanoréxico de manual, aquél que está emperrado en tener un bronceado perfecto, uniforme, una piel casi mulata o algo más que mulata, que se mira al espejo y se ve aún pálido y con mal aspecto, “aún no estoy bien moreno”, “no tengo un color sanote“, “once you go black, you can’t go back“. Esas personas no han oído hablar del fotoenvejecimiento celular o lo conocen pero piensan “total, en cincuenta años todos arrugaditos”.
Y vosotros qué pensáis del tema, ¿es una chorrada estar continuamente nominando cada manía u obsesión o las consideráis trastornos y que esas personas deberían acudir a un psicólogo?
Sin duda alguna son transtornos que requieren tratamiento psicológico. Desconocía lo de la tanorexia. Estos neologismos no paran de surgir: ¿conoces la carborexia?
Saludos
Qué va, no conocía la carborexia, qué exageración, ¿no? Por cierto, eso me recuerda al término “greenwashing”, si no lo conoces te paso el enlace, alucinante.
Si interfiere en su vida normal pues es un trastorno como un templo. Un tío -caso real- que jamás está feliz con su cuerpo, que se pasa las horas muertas al gimnasio, que cuando se presenta a la gente automáticamente se pone en modo “¿Has visto qué cachas estoy?”, o que cuando le dicen que una dieta sin nada de grasa y con un 90% de aminoácidos de bote no es buena responde que tú dices eso porque estás gorda… qué quieres que te diga, sí, está como una tartana. O eso o es gilipollas, que todo puede ser.
O que no tiene amor por sus riñones, su metabolismo ni su cuerpo en general. Ains, con lo adorables que son los hombres que en vez de tableta de chocolate tienen madalenita…
La blancorexia, para poner los dientes blancos. Nuevos nombres, mismo transtorno.
Saludos
Ramón
¿Sólo se refiere a los dientes? Curioso
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Con todos los respetos, creo que hay que definir un nuevo síndrome para aplicar a los facultativos que sufren una preocupación desmedida por el comportamiento de los demás, lo que les condiciona un transtorno de nominación compulsiva con producción de neologíasmos y parafasias que llegan en casos muy graves a constituirse en una auténtica gergafasia agramitcal que sólo es compresnsible para ellos y algunos presentadores de informativos que son dudosos merecedores de tal denominación.
Es verdaderamente risible que se hable de “obsesión por muscularse” en los sujetos que practican culturimo o incluso son aficionados al gimnasio simplemente. Esos individuos NO SUFREN OBSESIÓN. Al menos tal y como es definido y conceptualizado el transtorno obsesivo. Tampoco se ha demostrado que exista una deformación del esquema corporal ni de la imagen propia más acentuado que el de cualquier chavalita que acude a las rebajas. Ellos son conscientes de las características de su físico y son capaces de cesar la actividad y modificar sus caractaerísticas físicas según las demandas sociales, laobrales e incluso de vestuario en la mayoría de los casos. Los comportamientos tan peligrosos que se observan con consumo de fármaacos con efectos adversos potencialmente graves e incluso en algún caso mortal, se ven favorecidos fundamentalmente por el entorno competitivo y no se diferencian en absoluto de lo que se puede comprobar en ciclistas, atletas, modelos de lencería de ambos sexos, guapas y guapos televisimos y actores de películas de acción.
Quizás si algunos médicos se quitaran la bata, no de los hombros, sino de la cabeza, por lo menos de vez en cuando…Si pasearan un poco y se mezclaran con la gente sin considerarlos marcianos o especímenes sobre los que investigar…si no dieran por ciertas necesariamente sus ideas acerca de toooooodooooooo…Quizas entonces comprenderían por fin lo que supone ser médico.
Ya, un poco pedante y gruñón el discurso. Me la pela.
Más que pedante y gruñón, con un remate de mala educación. Quizá te vendría bien releer el artículo y no tomártelo tan a pecho, comprender que una cosa es un gusto por algo y otra bien distinta una obsesión. Curiosamente los médicos estamos tan en contacto con la vida, la enfermedad, la salud y la muerte que solemos aprender a no tomarnos tan en serio las cosas ni ser tan agresivos al comentar, por ejemplo
Esta entrada me recuerda la cara de póquer que se me queda cuando me hablan del novio de una “amiga”. Dieta muy estricta. Los horarios de gimnasio aun más. Sólo bebe agua embotellada, es decir, va con una botella de dos litros a todas partes. A las 6, en el cambio de clase, se tiene que tomar su “biberón”, que es el mote que le han puesto las amigas que van con él a clase a la cantimplora de proteínas que se trae. Y no es el único potingue que se toma, aunque no tengo ni idea de lo que mete. Son botecitos comprados por internet de marca nisu.
Todo esto se lo ha autorrecetado a base de leer páginas sobre el tema y ya ha iniciado a su compañero de piso (que es igual sólo que con un “yo el alcohol no me lo quito”, que es de los que se bebe hasta el agua del florero) y a otro conocido. Este último no está tan convencido, simplemente no tiene suficiente personalidad para llevar la contraria.
Como la chica es de las que se empeñan en que todo va bien y no ve nada que se salga de su idea de mundo perfecto, ni merece la pena comentarle el tema (antes le preguntaría de qué tamaño tiene los cuernos, así que me mantiene/mantengo alejada del novio). Sólo me queda observar y hacer apuestas mentales de por dónde se va a salir el tema. ¿Qué va a fallar primero? ¿Cuándo? O apostar quien del piso acabará peor.
n fin, este comentario destila amor ¿eh? Dulce como la miel
Dulce como la miel, suave como las ovejitas, como debe ser Lo que me comentas lo veo cada vez más a menudo, lo que me preocupa es que se lo autorreceten y que no se informen o nadie les diga las consecuencias que puede tener la sobrecarga de proteínas sobre su riñón, por ejemplo, o que no sepan qué pasa cuando el balance de proteínas, hidratos de carbonos y grasas no es el adecuado.
¿Que sólo bebe agua mineral? Mi padre dice que “un hombre que no bebe alcohol no es de fiar, a mí me gusta la gente un poquito degenerada”