¿Os imagináis poner freno a una leucemia sólo con pastillas? ¿Que alguien padezca leucemia y no tenga que estar ingresado en el hospital recibiendo quimioterapia por vía intravenosa, sin caérsele el pelo?
No os hablo del futuro. Os hablo de lo que ocurre en la actualidad con un tipo de leucemia, la leucemia mieloide crónica. Este cáncer hematológico se caracteriza por componerse de tres etapas: una fase crónica que dura unos 3-5 años y en la que el paciente no suele presentar síntomas o son muy leves porque las células cancerosas se desarrollan muy lentamente y sin pausa, una fase acelerada en la que las células malignas crecen a gran velocidad en la médula ósea (vulgarmente conocida como tuétano de los huesos) que dura unos 12-18 meses y en la que el paciente pierde apetito, pierde peso, suda por las noches y tiene picos de fiebre muy alta. La siguiente y última etapa es la etapa blástica, de unos 3-9 meses de duración, en la que más de un 20% de la médula ósea está formada por esas células malignas descontroladas y el paciente empeora notablemente, sufriendo la leucemia en todo su esplendor a la que atacar con quimioterapia agresiva.
Todo esto que cuento era así hasta el año 2000. Ya en los años 60-70 se sabía que ese tipo de leucemia se desencadenaba por un fallo genético en el que un trocito del cromosoma 9 se separa de él y se une al cromosoma 22 y un trocito del cromosoma 22 se une al 9 ( es lo que se conoce como translocación ); el cromosoma 22 se queda más pequeño, pasándose a llamar cromosoma Filadelfia; ese fallo genético hace que se produzca una proteína defectuosa llamada BCR/ABL. Esa proteína se une a un receptor de las células, llamado tirosín kinasa, que al recibir esa proteína se activa, originando una proliferación de esas mismas células, en nuestro caso los glóbulos blancos que se están formando en nuestra médula ósea. A estas alturas de la película imaginaréis por dónde van los tiros: si hay un fallo genético, se produce a mansalva una proteína defectuosa que se une al receptor que da orden a esos glóbulos blancos incipientes, inmaduros, de reproducirse y lo hacen sin freno y sin mesura,dando lugar a un cáncer en el que no sólo ocupan espacio, sino que además no hacen bien su trabajo (defensa inmunitaria). Para comprender esto último mejor, aconsejo leer este artículo sobre qué es el cáncer y cómo se origina.
En 1996, conociendo cómo se desencadenaba la leucemia mieloide crónica, se desarrolló un fármaco que inhibía la función de ese receptor tirosín-kinasa, un fármaco llamado Imatinib. Ni os imagináis el bombazo que fue, los hematólogos pasamos de controlar los síntomas como se podía de la enfermedad, usar tratamientos quimioterápicos que requerían hospitalización, a decirle a nuestros pacientes “tienes un tipo de leucemia que se puede frenar con una pastilla“. A partir del año 2003 pudimos usarla como primera opción y no sólo ese fármaco, sino otros del mismo estilo, Dasatinib y Nilotinib. Tienen sus efectos secundarios, como todos los medicamentos, pero ¿no creéis que merece la pena tomar una pastilla cada día y luego, al hacerse los correspondientes análisis de laboratorio, tu hematólogo te confirme que apenas hay rastro o no hay ninguno de esa leucemia?
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Y desde alguien que no es medico, ¿esa pastilla cura o solo controla la enfermedad? No me ha quedado claro cuando se produce esa translocacion de ADN. ¿Se nace con ella o se produce a lo largo de la vida? Si se produce a lo largo de la vida, ¿matando a todas las celulas “translocadas” se cura la leucemia para siempre?
Por cierto, bienvenida de vuelta…
Es ante noticias como esta cuando me rindo ante las maravillas de la ciencia. Claro que merece la pena! Me alegro mcuho por los pacientes que sufran la enfermedad. Las palabras “cáncer” y “leucemia” asustan muchísimo, y seguro que muchos no se creen que sólo tengan que tomas una pastilla para tratarlo.
Mi abuelo paterno murió de leucemia hace ya más de 15 años; desconozco cuál era su variedad pero ojalá hubiera tenido leucemia mieloide crónica y ojalá hubiera sido en esta década.
Gracias por compartir información tan interesante, como siempre. Se te echaba de menos.
Un abrazo
Jubete, esa translocación se da a lo largo de la vida al exponerse a ciertos factores de riesgo, por ejemplo radiación ionizante. De momento la pastilla ha demostrado atacar la enfermedad hasta hacerla indetectable con los análisis de laboratorio más finos y precisos que tenemos hasta el momento (por ejemplo determinación de la presencia de las proteínas que produce ese gen BCR/ABL mediante técnicas de biología molecular). No sabemos si la extermina del todo, estamos en ello, por lo pronto sabemos que conseguimos que no evolucione ni dé sintoma alguno, simplemente tomando una pastilla diariamente.
Akane gracias Ojalá hubiera ocurrido lo que dices, ojalá. Por lo pronto se ha avanzado muchísimo en los últimos 15 años en el tratamiento de estos cánceres y seguimos en ello.