Cuando oí hablar por primera vez del “trasplante de caca” pensé que me estaban gastando una broma. Sin embargo, ése era el tema estrella de conversación en el servicio de Medicina Infecciosa de mi hospital, tanto por lo escatológico como por lo original del sistema.

De las infecciones intestinales, una de las más difíciles de tratar es la causada por un microorganismo llamado Clostridium difficile, de modo que tras un primer ciclo de antibióticos dirigidos contra él del 15 al 26% de los pacientes recaen, no siendo raro que además presenten más de una recaída. Existen varias causas de infección por este microorganismo, siendo la principal la alteración de la flora intestinal por consumo de antibióticos, favoreciendo la proliferación del Clostridium.

En enero de 2013 se publicó un artículo en la revista New England Journal of Medicine en el que los autores proponían la infusión a través de una sonda que llegara a duodeno de pequeñas cantidades de heces purificadas de personas sanas. Los autores del artículo defendían que el efecto beneficioso de este tipo de trasplante era el restablecimiento de una normal flora bacteriana intestinal. Si se tiene en cuenta que más del 20% de las heces humanas son bacterias, lo lógico es pensar que si las cogemos, las purificamos y nos quedamos en una gran parte con ellas y luego se las “trasplantamos” a otra persona, lograremos recomponerle la flora intestinal y evitar que el Clostridium siga siendo el dueño, amo y señor del intestino.

Los investigadores buscaron pacientes mayores de 18 años que ya hubieran tenido un tratamiento antibiótico correcto y tuvieran criterios claros de infección por C. difficile (más de 3 deposiciones blandas o acuosas al día durante 2 días o más de 8 deposiciones acuosas en 48 horas y un test de detección del microorganismo positivo). Reunieron un total de 43 pacientes, que dividieron en tres grupos: los que iban a recibir únicamente antibiótico (vancomicina, 13 pacientes), los que iban a recibir antibiótico y posteriormente un lavado intestinal (13 pacientes) y un tercer grupo en el que los pacientes tras un ciclo de antibióticos iban a recibir un lavado intestinal y la infusión a través de la sonda nasoduodenal de pequeñas cantidades de heces diluidas en una solución salina estéril (17 pacientes). El lavado intestinal se planteó como forma de eliminar la flora intestinal remanente antes de que el intestino fuera recolonizado con las bacterias que iba a recibir del donante de heces.

Completaron el estudio 41 pacientes. En el grupo de los que recibieron el trasplante de heces se curaron 13, 1 paciente salió del ensayo y 3 recibieron un segundo trasplante fecal, curándose 2 de ellos. En el grupo de los que sólo recibieron vancomicina se curaron 4 y en el que recibieron vancomicina y después se sometieron a un lavado intestinal, 3. El efecto adverso más frecuente fue la diarrea, seguido de calambres intestinales y eructos frecuentes.

En la discusión del artículo, los autores plantean que ésta podría ser una estrategia más en la lucha contra este microorganismo, especialmente en situaciones desesperadas. Suena bizarro someterse a un trasplante de heces y hacen falta más estudios, pero quizás en un futuro se comente en los telediarios y las tertulias como un tratamiento innovador y revolucionario.

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Uno que opina sobre “Trasplante fecal

  1. Pues yo leí sobre esto hace tiempo, y se hablaba de que “el donante, para que tenga la misma flora intestinal que el paciente, ojalá sea pariente y vivan juntos, porque comerían lo mismo,” lo que encuentro bastante lógico.

    http://polela1.lacoctelera.net/post/2012/11/26/te-someterias-un-trasplante-fecal

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