- ¿Te has enterado del reto del cubo de agua fría?

- Sí, el otro día vi a la directora de Vogue dejándose empapar. Alucinante.

- Oye y esa enfermedad, la esclerosis lateral ami0trófica, es como la esclerosis múltiple, ¿no?

- No, no, qué va. Tienen en común que son enfermedades neurológicas y que empiezan por la palabra esclerosis, pero no son lo mismo.

- Ajá.

- Mira, la esclerosis múltiple es una enfermedad desmielinizante, sin una causa muy clara. Se inflaman y destruyen algunas zonas de mielina en el sistema nervioso central. La persona que lo sufre nota que no ve bien, que le duelen los ojos al moverlos o incluso puede llegar a ver doble, que ha perdido sensibilidad en algunas zonas del cuerpo o tiene sensación de acorchamiento y le falta equilibrio, por decir algunos de los síntomas más característicos. Además, los síntomas empeoran con el calor y pueden presentar la enfermedad en forma de brotes, de empeoramiento progresivo o una mezcla de ambas.

- Ajá. ¿Y la esclerosis lateral amiotrófica?

- Pues ahí lo que ocurre es que se lesionan concretamente las zonas del cerebro encargadas de controlar los movimientos voluntarios, sin que se afecte la sensibilidad ni notar acorchamiento u otras cosas. No sufren brotes, sino que la enfermedad va avanzando lentamente. Y tampoco se sabe la causa.

- Entonces es más leve, ¿no?

- No te creas. Quien tiene esta enfermedad se nota cada vez más débil y conforme avanza la enfermedad no puede hablar bien por cansancio de los músculos de la cara, no traga bien y le cuesta respirar por fatiga de los músculos del tronco. Y se le atrofia bastante la musculatura al no poder usarla al 100%.

- Joder.

- Pues sí. En el caso de la esclerosis múltiple hay fármacos para intentar frenar la enfermedad y en caso de brotes se utilizan corticoides para mejorar los síntomas, pero en el de la esclerosis lateral amiotrófica…pues medidas de soporte para aliviar en lo posible los síntomas. ¿Sabes quién es Stephen Hawkins?

- Sí, el científico en silla de ruedas. ¿Investiga esa enfermedad?

- No, la padece. Desde los 21 años. Y ahí está el tío, cuando la media de superviviencia desde es de 3 años.

- Qué me dices.

- Lo que oyes.

- ¿Y los que sufren esclerosis múltiple también sobreviven tan poco?

- Afortunadamente, no. ¿Te acuerdas del caso de Ramón Sampredro, el tetrapléjico que pedía la eutanasia? Pues la periodista que hizo un reportaje sobre el caso, Laura Palmés, sufría esclerosis múltiple desde los años 80 y falleció hace poco, en 2011 me parece recordar.

- Ya ves.

- En fin. Volviendo a lo de antes, me parece muy gracioso ver a gente echándose cubos de agua fría encima…pero me gustaría mucho más que se destinaran recursos a investigar y tratar esta enfermedad degenerativa.

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Cuando oí hablar por primera vez del “trasplante de caca” pensé que me estaban gastando una broma. Sin embargo, ése era el tema estrella de conversación en el servicio de Medicina Infecciosa de mi hospital, tanto por lo escatológico como por lo original del sistema.

De las infecciones intestinales, una de las más difíciles de tratar es la causada por un microorganismo llamado Clostridium difficile, de modo que tras un primer ciclo de antibióticos dirigidos contra él del 15 al 26% de los pacientes recaen, no siendo raro que además presenten más de una recaída. Existen varias causas de infección por este microorganismo, siendo la principal la alteración de la flora intestinal por consumo de antibióticos, favoreciendo la proliferación del Clostridium.

En enero de 2013 se publicó un artículo en la revista New England Journal of Medicine en el que los autores proponían la infusión a través de una sonda que llegara a duodeno de pequeñas cantidades de heces purificadas de personas sanas. Los autores del artículo defendían que el efecto beneficioso de este tipo de trasplante era el restablecimiento de una normal flora bacteriana intestinal. Si se tiene en cuenta que más del 20% de las heces humanas son bacterias, lo lógico es pensar que si las cogemos, las purificamos y nos quedamos en una gran parte con ellas y luego se las “trasplantamos” a otra persona, lograremos recomponerle la flora intestinal y evitar que el Clostridium siga siendo el dueño, amo y señor del intestino.

Los investigadores buscaron pacientes mayores de 18 años que ya hubieran tenido un tratamiento antibiótico correcto y tuvieran criterios claros de infección por C. difficile (más de 3 deposiciones blandas o acuosas al día durante 2 días o más de 8 deposiciones acuosas en 48 horas y un test de detección del microorganismo positivo). Reunieron un total de 43 pacientes, que dividieron en tres grupos: los que iban a recibir únicamente antibiótico (vancomicina, 13 pacientes), los que iban a recibir antibiótico y posteriormente un lavado intestinal (13 pacientes) y un tercer grupo en el que los pacientes tras un ciclo de antibióticos iban a recibir un lavado intestinal y la infusión a través de la sonda nasoduodenal de pequeñas cantidades de heces diluidas en una solución salina estéril (17 pacientes). El lavado intestinal se planteó como forma de eliminar la flora intestinal remanente antes de que el intestino fuera recolonizado con las bacterias que iba a recibir del donante de heces.

Completaron el estudio 41 pacientes. En el grupo de los que recibieron el trasplante de heces se curaron 13, 1 paciente salió del ensayo y 3 recibieron un segundo trasplante fecal, curándose 2 de ellos. En el grupo de los que sólo recibieron vancomicina se curaron 4 y en el que recibieron vancomicina y después se sometieron a un lavado intestinal, 3. El efecto adverso más frecuente fue la diarrea, seguido de calambres intestinales y eructos frecuentes.

En la discusión del artículo, los autores plantean que ésta podría ser una estrategia más en la lucha contra este microorganismo, especialmente en situaciones desesperadas. Suena bizarro someterse a un trasplante de heces y hacen falta más estudios, pero quizás en un futuro se comente en los telediarios y las tertulias como un tratamiento innovador y revolucionario.

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