Ver a Jim Carrey en una película realizando miles de movimientos repetitivos, soltando vocales sin sentido, con múltiples tics, puede ser divertido. Ver a una persona en la vida real comportándose así es realmente perturbador. Posiblemente, esa persona sufra el síndrome de Gilles de la Tourette, como le ocurre al portero de la selección de EEUU.

Este síndrome fue descrito en 1885 por primera vez por George Gilles de la Tourette, siendo su causa desconocida por ahora. Se desarrolla durante la infancia con movimientos breves, repentinos y repetitivos, muy rápidos, en forma de tics como parpadear, mover los hombros o muecas faciales en los casos más leves, llegando a la coprolalia (soltar obscenidades sin parar), la ecolalia (repetir palabras o frases de otras personas) o golpearse la cara en los más graves. Esos tics empeoran cuando la persona está nerviosa o excitada y se calma realizando tareas que exijan una gran concentración como el deporte o tocar un instrumento musical. ¿Pueden reprimirlos por sí solos? Sí, pero su ansiedad aumenta, sobre todo cuando presienten que van a sufrir una crisis.

El siguiente documental es un buen resumen de lo que sufren estas personas:

Tim Howards, el portero de la selección estadounidense, piensa que su enfermedad tiene algo que ver con que sea buen portero. Quienes tienen este síndrome son muy conscientes de sus movimientos, tanto voluntarios como involuntarios, aprendiendo a controlar en la medida de lo posible sus tics y sus movimientos voluntarios. Lo cierto es que ante los belgas demostró unos reflejos increíbles, realizando algunas de las mejores paradas de este Mundial.

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Más vale prevenir que pitufar, eso lo sabemos todos. Pero a veces son las 11 de la noche, llegamos reventados y se nos olvidan las medidas básicas de seguridad en la cocina. Se nos ocurre la genial idea de freír croquetas, recibimos una salpicadura de aceite hirviendo y…la que hemos liado. Por eso hago un breve recordatorio de cómo actuar frente a los dos accidentes más comunes en la cocina.

1. Te crees digno de Masterchef y te pones a picar cebolla como un profesional…cortándote levemente un dedo. Ponlo bajo el agua del grifo, limpia la herida con agua y jabón, aprieta la herida con papel de cocina durante un minuto y luego ponte una tirita. Nada de agua oxigenada o alcohol, quemarás los bordes de la herida sin que por ello desinfecte como tú crees. Para continuar picando cebolla, ponte un guante de plástico, como se te empape la tirita con el jugo de esta verdura vas a cantar saetas. Y, para la próxima vez, mira este vídeo.


2. Abres una bolsa de croquetas y las echas al mogollón en la sartén. Salpicadura de aceite, juramentos en arameo y pársel. Pon la zona afectada bajo el chorro de agua fría, aplícate hielo cubierto por un plástico, una tela fina o papel de cocina, nunca directamente. Si la quemadura es leve (enrojecimiento de la zona, dolor moderado), aplícate luego gel de aloe vera fresquito o una crema específica para quemaduras (omito nombrar marcas, éste es un blog libre de publicidad). Y olvídate de echarle clara de huevo o pasta de diente, remedios inútiles que empeoran la quemadura facilitando su empeoramiento o infección.

 

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En mayo de 2013 dejaba el blog. Cansancio, falta de interés, apatía…motivos varios me llevaron a echar la persiana y decir “nos vemos en los bares”. A puntito estuve incluso de borrarlo, oiga, menos mal que la pereza fue más fuerte y dije “pues ahí lo dejo…”.

Un año y pico más tarde, tras haber terminado la residencia de Hematología y Hemoterapia, bramado contra los guionistas de How I met your mother por el capítulo final, pensado mil veces que “De fútbol y Medicina todo el mundo opina“,visto a un rey abdicar y dejado el Kindle sin batería cada dos por tres…vuelvo.

Que no estaba muerta, que estaba de parranda, que diría el genial Mapoto Lete. Los 140 caracteres de Twitter se quedan cortitos. Y las ganas de contar cosas son muchas. Eso sí, no caeré en el pecado de los posts larguísimos que impacienten, sin introducción, nudo y desenlace, haciendo caso a Molinos.

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