Nota: esta entrada es una revisión de otra que escribí en 2007, “Argiria: la enfermedad que les vuelve azules“
Paul Karason sufría dermatitis. En vez de acudir al dermatólogo para que le evaluara y le prescribiera el tratamiento correcto, decidió automedicarse con un extracto de plata coloidal durante una década, bebiendo ese extracto y aplicándoselo de forma tópica en la cara. ¿El resultado? Terminó padeciendo argiria, tiñiéndosele la piel de un color gris azulado intenso.
La argiria es una rara enfermedad que se da al ingerir de forma continuada extractos de plata o por un contacto directo y prolongado con ese metal, como se da por ejemplo al trabajar en una empresa metalúrgica. Los pacientes no suelen reconocer que toman ese autodenomidado “suplemento alimenticio” que promete reforzar el sistema inmune, aliviar rápidamente infecciones y acelerar la cicatrización de heridas, entre otros milagrosos efectos. El mayor problema es que su consumo no está recomendado ni controlado por ningún médico y rara vez los pacientes conocen este curioso efecto secundario. EL caso de Paul Karason no es el único documentado, aunque sí el más llamativo. En Pubmed se pueden hallar otras historias, como la de un paciente de 53 años que presentó una progresiva pigmentación gris de su cara; los médicos se volvieron locos buscando las posibles causas, hasta que el paciente confesó que estaba tomando un remedio de herboristería que contenía plata coloidal. Para que luego digan que lo natural es lo más sano…
La argiria es irreversible; al depositarse las partículas de plata en el organismo tiñen la piel de ese color característico, sin que sea posible eliminarlas. No queda la cosa aquí: además de la evidente alteración dermatológica, los pacientes pueden sufrir daños renales, neurológicos y digestivos, motivos por los cuales la FDA desaconseja el uso de este suplemento.
En este vídeo podéis conocer a Paul Karason, feliz por no sufrir nunca más esos episodios tan molestos de dermatitis: