“Un neonatólogo es como un veterinario, ya que tiene que lidiar con un ser vivo adorable, achuchable e incapaz de decirte dónde le duele o molesta ni de qué manera”.
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Leía ayer con ternura este post de la Dra Jomeini, donde compara la residencia con un queso. Yo estoy ya mirando mi queso, la forma y el color que tiene, aunque es pronto para hincarle el cuchillo o el diente y saber qué hay en su interior. Me pregunto qué queso es y qué vino le viene mejor como acompañante, ¿pongo picos o regañás en el canastillo?
Tras pasar horas y horas gastando codos y sufriendo por un examen que este año ha sido polémico, tras horas de dudas, incertidumbres, esperanzas y nervios, ayer llegó el día más esperado, el de empezar la residencia. Entregar todos los papeles, ir a por la bata y los zuecos (la bata más tiesa que la mojama, no sé si se han pasado con el almidón o se ha quedado así con la crisis), el cuadrante con todos los rotatorios que me corresponden este año, enterarme de cuándo tengo que ir a los cursos de introducción, las cañitas con los compañeros…un día especial y ajetreado.
Empezar la residencia influirá en el blog y Twitter, sin duda. Quizá haya una disminución en la frecuencia de publicación y los temas a tratar estén más enfocados a lo que yo vea en la clínica diaria y las anécdotas hospitalarias. Mondo Medico seguirá siendo un blog de Ciencias, de Medicina, intentando ser lo más variado posible y dándole una colleja de vez en cuando a las pseudociencias (un saludo en especial a los que se hacen la limpieza hepática de Moritz o confían en la homeopatía, sin vuestros correos y comentarios iracundos y faltones escribir un blog no sería tan divertido).
Contadme, ¿recordáis vuestro primer día en el trabajo? ¿Cómo fue?
Esa cosa llamada MIR…
Hoy se empiezan a repartir las plazas de Médico Interno Residente. Suerte a todos Ésta es una entrada programada, así que es posible que tarde en echar un vistazo y aceptar los comentarios. Paciencia.
Cuando terminas Medicina te queda una sensación algo extraña. Por una parte estabas deseando acabar, una meta a seis años parece que está muy lejos cuando empiezas pero por otra parte te sorprendes al ver que has acabado, ya que esos seis años han pasado volando.
Estás pasando la resaca de tu graduación (algunos, los elegidos por los dioses del Olimpo o los destinados al Valhala no sabemos lo que es una resaca aunque nos hayamos bebido hasta el agua de los floreros, juasjuas) y de repente empieza a parpadear una lucecita en tu cerebro. Es la lucecita del pánico ante lo que se aproxima: seis meses como mínimos a base de culo y codos para sacar plaza en unas oposiciones, las de Médico Interno Residente (MIR), que es la forma bonita de llamar a quienes pasan 4 años con un contrato de prácticas en un hospital chupando más guardia de puerta que banquillo algunos futbolistas. Las guardias de puerta son las guardias en la puerta de Urgencia, donde ves de todo, desde el niño de 19 años que se ha caido de la moto y roto hasta el pensamiento hasta el que “mire usté, que no me acordaba de cada cuánto he de tomarme el paracetamol y he venido a que me lo expliquen de nuevo“. Dior y Chanel. Te planteas hacer caso al consejo que se transmite de generación en generación: antes de empezar a estudiar, una semanita de juerga total como si el mundo se fuera a acabar.
Eliges una academia. Muchas personas te preguntarán por qué tienes que apuntarte a una academia, si no puedes comprarte el temario y preparártelo por tu cuenta. Podrías hacerlo…si el examen MIR tuviera temario. Pero no, el Ministerio decide que no haya temario, que te pueda preguntar cualquier cosa de Medicina, lo mismo qué es un somite que un Tako-Tsubo. Además, el Ministerio publica en el BOE que el examen consta de hasta 250 preguntas tipo tests con 5 opciones y 10 preguntas de reserva. Ese mismo Ministerio es el que decidió que en el examen del 2010 iba a poner 225 preguntas (claro, lee bien el BOE, hasta 250 preguntas tipo test) y te plantó unas cuantas imágenes y preguntas asociadas sin avisar con tiempo, confirmando el día anterior y porque los rumores se dispararon una semana antes.
Empiezas a estudiar y estás más perdido que un pulpo en un garaje. Asignaturas que te preparaste en 3 meses en la carrera, un mes como mínimo, te las tienes que preparar ahora en una semana. No te da tiempo. Te agobias. No sabes cómo organizarte el estudio, en la academia te proponen un plan de estudio ideal que podrías cumplir si no comieras, no te ducharas, no vieras la tele, no cocinaras, no cagaras, no tuvieras amigos ni pareja. Haciendo el chiste malo, es un plan de estudio eficaz (en condiciones ideales de laboratorio) pero no es eficiente (en condiciones reales). Si has decidido prepararte el MIR relajadamente en un año y pico, presentándote a la convocatoria siguiente de la que teóricamente te corresponde, corres el riesgo de relajarte demasiado, de perderte más todavía, de llegar cansado a Julio si aprietas demasiado, de llegar harto si no has apretado pero tienes la sensación de estar viviendo el Día de la Marmota, levantándote a las 8, acostándote a las 11 o las 12 y haciendo siempre lo mismo día a día. En algunas academias ofrecen la primera vuelta presencial. Puedes tener suerte y que sea una buena primera vuelta donde te orienten y te ayuden a encarrilar las cosas o que no le puedas sacar jugo pero sí te puedan sacar el dinero.Ese es el riesgo, lo sabes y decides si lo asumes o no.
Un día decides mandar a freír caracoles la programación perfecta de la academia y ajustarte a lo que te piden esa semana pero estudiando como tú has hecho toda la vida, a tu ritmo, organizándote tú. Te das cuenta de que unas oposiciones no se estudian igual que un examen de la facultad, donde te plantaban 30 temas para un examen de hora y media, no, aquí te plantan una veintena de asignaturas en 5 horas, 250 preguntas que deciden tu puesto y dónde vas a estar los próximos 4 años. Entonces ves cómo empiezas a sacar más preguntas en esos simulacros que son la muerte en bolsitas, 5 horas sentado y deseando acabar para irte a la playa, al campo o al gimnasio, ves cómo pegas un subidón y eso te anima mucho. Te entra la risa floja cuando en la academia te comparan con el resto de tus compañeros y piensas qué sentido tiene que te digan que tienes un percentil tal o pascual cuando en esa academia no están todos los opositores MIR, sabes que todos tus compañeros no hacen los simulacros, todos no lo hacen en condiciones idóneas y no todos evitan hacer alguna pequeña trampilla como consultar en el manual esa preguntilla que te da coraje no acertarla pero tú te la sabes, vamos que te la sabes, sólo es que en ese momento tienes la respuesta en la punta de la lengua pero no caes…
Sabes que hay vida fuera de tus cuatro paredes, sabes que hay vida más allá de la biblioteca y sospechas que el Madrid ha fichado nuevos jugadores, que cuando acabe todo esto vas a hacer shoppingterapia y dejar la visa cantando fandangos. Sales una horita todos los días para estirar las piernas, que hay que cuidarse er coleteró. Si estás fuera de tu casa suspiras por las croquetas de tu madre. Si estás en tu casa, te dan de comer con látigo y silla porque gastas una mala uva de espanto.
Tu estado de ánimo es una montaña rusa. Hay días en los que te levantas como si te fueras a comer el mundo y días que no te apetece levantarte.Tu vida social se reduce muchísimo, tus amigos y familiares saben que sigues vivo gracias a que respondes a los SMS al final de la tarde, a las llamadas por la noche, a los ratitos de descanso en los que te metes en el Caralibro o el Tuenti para dejar algún comentario chorra. Por la noche, antes de dormir, te pones a ver un ratito la tele o te enganchas a una serie. Puede pasar que te enganches a series de médicos o que las termines aborreciendo y no quieras saber nada de Medicina. Los fines de semana son lo más light que te hayas echado a la cara y cuando te oyes decir que no, que no vas a beber porque al día siguiente tienes que levantarte temprano (recuerda que sólo tienes un día de descanso), te preguntas qué diantres estás haciendo, si el alcohol es bueno para limpiar las tripas y el hígado. Tu cuerpo te pide irte a salsear y bailar una bachata bien arrimaíto a tu amor, te pide caipirinhas y mojitos en el chiringuito a la orilla del mar por la noche, te pide barbacoa, te pide torrarte en la playa y te pide trasnochar.
Llega la semana antes al examen. El día antes. Los nervios comiéndote el estómago. Sabes que cuanto más estudias, más suerte tienes. Sabes que ese día puede pasar de todo: que controles los nervios,que los nervios te controlen a tí. Que te pelees con tu madre, con tu hermano, con tu pareja. Que ese día te pongas con la regla. Que no te venga la regla y no sepas si ir a la farmacia a por un predictor. Que te preguntes si tú vas a ser la segunda mujer en la Historia que se conozca que la fecundó el Espíritu Santo. Espera, si eres atea, ¿vale que te fecundó el Monstruo Volador de Espaguetti con una mirada? No cuela. Te emparanoias. Puede que duermas a pata suelta por el cansancio acumulado o que te pases toda la noche contando varias veces cuántas esquinas tiene tu cuarto. Uno, dos, tres, cuatro, vamos a contar de nuevo para asegurarnos y ver si viene el sueño.
Haces el examen. No se te va a olvidar nunca la cara de descomposición de quienes se han enterado un minuto antes de empezar a rellenar casillas de que este año vienen imágenes con preguntas asociadas. La cara de quien se levanta 8 veces para ir al baño. Preguntas que contestas sin dudar, preguntas que no sabes de dónde han salido, preguntas en las que te tiras un rato razonando. Te has acostumbrado en los simulacros a seguir un determinado ritmo y ahora, antes de empezar, tienes que hacer un cálculo rápido de cuánto dedicar a cada bloque de preguntas para no ir ahogado respondiendo ni tampoco demasiado lento.
Sales del examen con una sensación que no sabes qué es. Puede ser de euforia, de nervios, puedes llorar tras soltar toda la tensión, puedes salir sin saber dónde estás, puedes sentir una relajación extrema. Extrema hasta de esfínteres y de contención verbal, pudiendo practicar una sesión de tacoterapia en la que empieces por cagarte en la madre que parió a los que han pergeñado semejante examen. Puedes salir feliz como una lombriz o con ganas de arrastrarte hasta la cama y no salir de allí como no sea al baño, el frigo o el sofá.
Luchas contra los nervios cuando sale la plantilla provisional, el puesto provisional. Estás a las 00:00 del día indicado recargando sin parar la página del Ministerio para saber tu puesto y cuándo te toca ir a Madrid. Pero ése es otro capítulo y será contado en su momento…cuando hayan terminado los actos de asignación de plaza y cada uno tenga la suya