Me entero por mis amigas de que el champú para pelo de caballo arrasa en las tiendas especializadas en mascotas, el Mercadona y otros supermercado. Su éxito: entre sus ingredientes está la biotina, a la que se atribuye la propiedad de fortalecer el pelo, mantener a raya la incómoda grasa que ensucia y afea la raíz y dar al cabello un brillo sin igual.

Una maravilla de champú…si no fuera porque no todo lo que pregona es cierto. La biotina es una vitamina del grupo B a la que atribuyen una mayor fortaleza del pelo y un aumento del brillo y sedosidad. Se la llama también vitamina B7, B8 o vitamina H. Es cierto que su carencia extrema puede estar en relación con la caída y fragilidad del cabello, entre otros síntomas, pero tendría que haber una carencia, lo cual es difícil llevando una dieta sana y equilibrada y teniendo las bacterias colónicas trabajando a pleno rendimiento. Por otra parte, en caso de deberse realmente la fragilidad y pérdida capilar a ese déficit y ser efectiva la suplementación con biotina, sería por vía oral, no por vía tópica en forma de champú, ya que no es absorbida de ese modo ni llega al folículo piloso para ejercer su efecto. De ser cierto esto último, cualquier cosa que nos cayera en la cabeza afectaría con suma facilidad a nuestra melena, desde el agua de la lluvia hasta la cagada de una paloma…y no es así (espero que nadie compruebe esto empíricamente, sobre todo lo relativo al excremento palomeril).

El champú que se vende está bastante concentrado, con lo que de no usar cantidades mínimas o no diluirlo puede ser bastante agresivo para nuestra pelambrera en vez de mejorarla, dañando el cuero cabelludo. Quizá a quien tenga pelo graso le venga bien y al principio se tenga la percepción objetiva de melena suelta y voluminosa, pero en algunos casos se termina a la semana con el mismo aspecto que la cola de caballo, áspero y con el mismo tacto que un nido de pájaro.

Un producto cosmético como es un champú puede incluir en su etiquetado todos los detalles y bondades del mundo…pero al no ser un producto farmacológico el fabricante no tiene la obligación de realizar ensayo clínico alguno para avalar su eficacia y, en todo caso, se puede apoyar en tests de evaluación, que son totalmente subjetivos y se realizan en muestras pequeñas de la población (¿de verdad 10 personas son una muestra suficientemente amplia para demostrar que ese champú evita que se te caiga el pelo?).

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Hace poco un bloguero al que mantengo en el “economato” (a menos que se manifieste) me comentó que aún sigue rulando de correo en correo el bulo de la fenilpropanolamina y, lo que es peor, hay quien se lo cree y lo difunde con total convencimiento y escaso espíritu crítico y ganas de contrastar la información. En una época del año en la que hay resfriados por doquier y narices atascadas da grima pensar que un spray para la nariz pueda tener ese principio activo “tan peligroso”.

Ya en 2009 me llegó un correo que rezaba “Medicamentos con riesgo de muerte! REENVIAR! Y GUARDAR EN BUEN LUGAR SIEMPRE!“ en el que hablaban de los riesgos de tomar medicamentos en cuya composición entrara la fenilpropanolamina, ya que podía causar la muerte. Así de claro y explícito, acompañado de una lista de medicamentos que había que eliminar para siempre jamás de nuestras vidas.Tremendo y tremendista, por supuesto, como todos los hoax de este tipo.

La fenilpropanolamina es un fármaco simpaticomimético (dicho en fino y cristiano, que imitan los efectos de la adrenalina en el cuerpo) utilizado principalmente como descongestionante nasal. En un resfriado favorecen la constricción de los vasos sanguíneos de la nariz, disminuyendo la inflamación y el taponamiento nasal junto con la famosa “agüilla” o goteo de la napia. Los problemas de su uso y abuso, ya los conocemos. También ha sido usado en fármacos supresores del apetito.

La alarma saltó en el 2000 (sí que es viejuno el tema) cuando apareció un artículo firmado por científicos de la facultad de Medicina de Yale en el que se hablaba de una posible relación entre la fenilpropanolamina y las hemorragias cerebrales. La FDA emitió un comunicado en el que se hacía eco del artículo y pedía la retirada de la fenilpropanolamina y que los medicamentos basados en ella fueran reformulados. Desde entonces no quedan medicamentos con ese principio activo, que se sepa. Esta decisión fue duramente criticada, ya que la FDA actuó antes de que se hicieran nuevos estudios que confirmaran éste y los resultados del artículo no se consideraban concluyentes. Por otra parte, la Agencia Española del Medicamento afirmaba por esa fecha que :

“El estudio antes citado pone de manifiesto una asociación entre la fenilpropanolamina cuando se utiliza como anorexígeno (supresor del apetito) y el riesgo de hemorragia cerebral. Aunque el estudio presenta limitaciones metodológicas que restan validez a sus resultados, el CSMH considera que la magnitud del riesgo estimado es lo suficientemente importante como para concluir que la relación beneficio-riesgo es desfavorable para esta indicación y su uso debería evitarse. Dicha asociación podría estar ligada a la acción vasoconstrictora del producto que tendería a incrementar la presión arterial a dosis elevadas o en pacientes susceptibles.

En España no existe ninguna especialidad farmacéutica que contenga fenilpropanolamina para la indicación de supresión del apetito. De acuerdo con la legislación vigente, no está permitida ninguna preparación magistral que contenga fenilpropanolamina para la indicación de supresión del apetito.

El estudio referido no demuestra un incremento estadísticamente significativo del riesgo de hemorragia cerebral cuando la fenilpropanolamina se utiliza como descongestionante en medicamentos antigripales. En cualquier caso, los datos farmacológicos y epidemiológicos disponibles indican que el riesgo sólo existiría con dosis elevadas de fenilpropanolamina.

Hasta la fecha, no se ha notificado en España ningún caso de hemorragia cerebral asociado al uso de fenilpropanolamina y en Europa se han notificado 5 casos; en todos ellos las dosis administradas fueron elevadas o los pacientes presentaban factores de riesgo para la aparición de hemorragia cerebral.”

Creo que no es necesario incidir más en el tema y que ha quedado claro que para que ocurra ese temido efecto adverso sería necesaria una dosis bastante elevada, lo cual es complicado que suceda por la escasa cantidad que se administra uno y por la aparición del efecto rebote antes de que realmente se llegue a esa dosis “letal”.Ah, y las dudas acerca de la metodología usada para el estudio de marras.

Ah, lo que sí dicen que tienen mucho peligro son los tranchetes, cuidadín…

 

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Lo natural es lo más sano, o eso repetían nuestras abuelas. Sin embargo, no siempre tiene por qué ser así ni lo “sano” es inocuo.

Muchos afirman que es más sano un remedio de herboristería que un medicamento. No piensan que toda sustancia, repito, TODA SUSTANCIA ejerce un efecto en el organismo de forma global. Hace poco puse el ejemplo de los antihistamínicos, que nos ayudan a sobrellevar los efectos de la alergia pero además de actuar sobre nuestra nariz para evitar que parezca un grifo actúa en nuestro sistema nervioso central y nos regala una bonita boca seca y un sueño que hasta pone de mala leche. ¿Creéis que un remedio de herboristería no puede hacer lo mismo? Pues bien, como hematóloga me he encontrado con pacientes que tomaban anticoagulantes orales y de buenas a primeras se descontrolaba el nivel de coagulabilidad de su sangre y al investigar…anda, pero si el abuelo estaba tomando un laxante natural a base de aloe vera o lo comía en trocitos con el yogur porque le han dicho que es bueno para el estómago. No digo que el aloe no sea bueno, sino que además de ese efecto buscado produce otros. Ir al baño irá, pero de paso me vuelvo loca intentando ajustar el nivel de coagulabilidad de su sangre para que no sufra ningún trombo ni una “mosqueta” al primer estornudo.

El té es depurativo, diurético…y un astringente genial, si abusas de él puedes aguantar unos días sin visitar al Señor Roca. Es ideal para “mulas” que quieran pasar todas las bolas de droga y asegurarse de no perder retrete abajo unos gramitos de tan preciado cargamento. Es natural 100%, ¿qué puede tener de malo?

Vamos un poco más allá. Un medicamento tiene medida con exactitud la cantidad de principio activo que posee. Una aspirina puede tener 300 ó 100 mg. Ni uno más, ni uno menos. ¿Preferiríais optar por lo natural y tomaros una infusión de sauce blanco, del que proviene el ácido acetilsalicílico, sin conocer la cantidad exacta de ese principio que os estáis tomando?

Os llegan muchos correos en los que os aseguran que hay sustancias naturales que luchan contra el cáncer de manera eficaz, pero las empresas farmacéuticas y los médicos les silenciamos porque queremos ganar mucho dinero a costa de la salud de los pacientes. Lo expliqué hace poco y lo repito: para que un medicamento sea eficaz contra un tumor, tiene que frenar el crecimiento de esas células malignas destrozándolas por dentro como sea. Por desgracia, al parar el crecimiento desmesurado de esas células cancerígenas afecta también, a la fuerza, al resto de células del cuerpo. ¿Creéis que el limón, el bicarbonato o las pepitas de chirimoya tienen el poder de atacar sólo a las células malas y no dañar las buenas? ¿Por qué entonces sufrimos cáncer si forman parte de nuestra dieta habitual esos alimentos milagrosos?

La leche antes era más natural, sin tantas modificaciones ni cosas raras, tenía otro sabor. Imagino que era el sabor a brucella, no pasteurizar la leche es arriesgarse a padecer infecciones nada divertidas.

“Lo ideal es que uno no se vacune y consiga las defensas por sí mismo”. Lo malo de esta teoría es que implica que haya personas que mueran por no ser capaces de hacer frente a esa infección, queden con secuelas que se podrían haber evitado con una correcta vacunación o que haya una epidemia con todo lo que ello conlleva para la sociedad (gente de baja, gente con pánico a contagiarse, etc). Y no, las defensas que se consiguen gracias a la vacuna no difieren de las defensas que se consiguen de forma “natural”, el proceso en ambos casos es el mismo: se estimula al sistema inmune al presentarse un enemigo, sea con todas sus fuerzas como en el caso natural o atenuado/muerto/hecho pedacitos como en el caso de las vacunas y éste aprende a reconocerlo, crea defensas específicas para ese enemigo y en la siguiente ocasión en que se lo encuentra lo elimina con rapidez.

Y suma y sigue, seguro que vosotros conoceis más bulos y mentirijillas de este tipo…

 

 

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