…que no ejercen de médicos, sino de otra cosa. Y es que tras 6 años de carrera y unos cuantos más de especialidad, algunos cuelgan la bata y el fonendo para dedicarse a otros menesteres.

El caso más famoso, quizá, sea el del Gran Wyoming, quien una vez declaró (la cita no es textual) que “quizá lo mejor que puede haber pasado es que yo no ejerciera la Medicina“.Humorista, presentador del mítico Caiga quien caiga, Miguel Ángel Monzón podría haber sido un buen House español con su punto de humor ácido.

 

Otro que también colgó la bata fue Julio Medem, que hizo Medicina con la idea de hacerse psiquiatra, punto al que no llegó tal como cuenta en algunas declaraciones.

 

 

El cantautor uruguayo Jorge Drexler también se dejó tentar hace tiempo por la Medicina por tradición familiar para dejarla poco antes de especializarse en Otorrino, dedicándose de lleno a la música. Como nota curiosa: siempre lleva unos tapones en conciertos de rock y discoteca para proteger sus oídos, ya que la exposición continua durante un tiempo al ruido es una de las principales causas de sordera tras los 40 años tal como él comenta.

Me dejo médicos famosos que no ejercen como tal en el tintero…os reto a comentarlos (no, no me valen Shora ni Fidalgo :) )

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El otro día estaba tomándome mi zumo de naranja en el hospital, con el fresquito de la ventana, pensando que ya comenzaban las calores andaluzas…y llegaban los abuelomas.

Un abueloma es el abuelo que nadie quiere. Es el abuelo que la familia no puede o quiere cuidar y por tanto lleva al hospital con la esperanza de que “como tiene tantas cosas” se quede ingresado por una larga temporada, dándoles un respiro. Es el abuelo que se pone malo en la residencia y dejan en la puerta de Urgencias con una fotocopia de su DNI, su tarjeta de la Seguridad Social y, como mucho, un folio en el que viene apuntada su medicación; eso sí, en ningún lado consta membrete alguno de la residencia de ancianos, ni suelen informar a los familiares de la situación, ni es común que haya algún acompañante. El abuelo se ve en una camilla solo, desorientado, dolorido por el motivo que sea, llevado por celadores de un lado a otro.

Un abueloma es el que “de ayer para hoy ha perdido la cabeza, se caga y mea encima“. Es el abuelo que ha empeorado repentinamente “desde hace tres días“. La familia no se da cuenta o no suele reparar en que en la pantalla del ordenador tenemos sus antecedentes y sabemos que el abuelo lleva meses o años así; lo exploramos, les ponemos un suero porque muchos vienen deshidratados, pedimos una analítica de orina porque sabemos que una de las causas más frecuentes de desorientación y malestar en un anciano es una infección de orina de lo más tontorrona, les hacemos “la prueba del azúcar“…los reanimamos, explicamos a la familia que no tiene criterios de ingreso y comienza el drama, la familia que se niega a llevárselo,”así no me lo llevo“, “yo no le puedo cuidar“, “si fuera su padre seguro que le ingresaba“, “vaya mierda de Seguridad Social, pagas impuestos y cuando te hace falta algo te ponen en la calle“, “perdona, tu sueldo lo pago yo, así que no me vengas con que no ingresas a mi madre“.

Muchos van a Urgencias repetidamente, con la esperanza de topar con un médico que por no escucharles más o ante la duda ingrese al abuelo aunque sea unos días. Saben que es un problema social, no médico, un problema para el cual no disponemos de asistentes sociales de guardia.

Todo esto está basado en hechos reales vividos en mis guardias de Urgencias. He omitido detalles por no revolver las entrañas al personal.

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El ictus o ataque cerebral, también conocido como “constipación” o “infarto cerebral” es la tercera causa de muerte en los países occidentales y en España la primera causa de muerte global. Es una de las causas más frecuentes de ingreso en Neurología y en su mayoría la causa es hemorrágica.

Es descorazonador ver llegar a un paciente con ictus tarde al hospital, bien porque sus familiares y personas cercanas no sean capaces de reconocerlo como por no darse cuenta de que necesita un tratamiento urgente, además de la reticencia que muestran muchas personas a ser llevadas al hospital al pensar que no es para tanto, que se le pasará, el miedo a que le tengan muchas horas en Urgencias o le ingresen, etc.

Lo principal a tener en cuenta es:

1. Adormecimiento o debilidad repentinos de un lado de la cara, de un brazo o una pierna; es muy típica la desviación repentina de la comisura de la boca y la dificultad para arrugar la frente de forma simétrica en ambas mitades de la cara

2. Dificultad repentina para hablar, pronunciar o entender palabras, “como si tuviera un trapo en la boca”.

3. Dificultad repentina para ver por uno o dos ojos, tanto porque se vea doble como por no ver.

4. Incapacidad para andar, para mantener el equilibrio o coordinarse de forma súbita y sin causa que lo explique

Estos síntomas pueden aparecer de forma aislada o combinados entre sí , con diferentes grados de intensidad. Lo principal es llamar al servicio de emergencias, con el fin de notificar los síntomas y que el paciente sea rápidamente atendido, poniendo en marcha el sistema montado en estos casos con el fin de tener los datos de las pruebas complementarias lo antes posible y poder aplicar ciertos tratamientos (por ejemplo, la rotura del trombo que está causando todos los síntomas) cuanto antes, cuando tienen total éxito, siempre y cuando haya indicaciones para ello.

El tiempo es cerebro. Es preferible que todo quede en un susto a lamentar las secuelas.

Bibliografía:

Plan Andaluz de Ataque Cerebral Agudo (PLACA). Plan Andaluz de Urgencias y Emergencias.

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