Santo CondónTras teneros casi media Navidad a pan y agua tal como se han quejado algunos lectores (gracias, gracias, no sabía que fuera tan apreciada y valorada, sniff), vuelvo a retomar este blog con la regularidad de antaño, procurando dar salida a todos los temas que he prometido/me habéis pedido/se me han ocurrido.

Empiezo con este artículo una serie acerca de los mitos en torno al SIDA y el VIH, historias en las que hay mucho grano y mucha paja que separar y que nos hacen llevarnos las manos a la cabeza más de una vez.

Los famosos “poros del condón“. Es uno de los mitos que más veces he oído y más cansada me tienen. Quienes sostienen ese mito afirman que los condones tienen porosidades por los que se pueden colar los virus, que son de un tamaño infinitamente menor. Para desmontar esto, me baso fundamentalmente en este estupendo artículo de “Soy físico y católico para más INRI“, aunque con algunas matizaciones que haré más adelante.

¿Recordáis cuando en clase os hablaban de la ósmosis? Teníamos una membrana semipermeable, con poros a través de la cual pasaba agua de un lado para otro, en función de la concentración de solutos que hubiera en el agua a un lado y otro de la membrana, de modo que el agua pasa de donde hay menor concentración de soluto a donde hay más (si alguien no entiende esto o no me he explicado suficientemente bien, que levante la mano sin problemas, con el concepto que quiero que os quedéis es que es una membrana semipermeable a través de la cual difunde pasivamente el líquido). Tal como se explica en el artículo citado, “Si realmente el preservativo deja pasar partículas del tamaño del virus del SIDA, eso significa que debiera dejar pasar libremente partículas de un tamaño mucho menor.

Razonad conmigo: si un preservativo tiene poros y pasa el VIH, partículas de menor tamaño deberían pasar también, ¿verdad? En este caso, tenemos iones, de un tamaño muy inferior al del VIH. El experimento propuesto se realiza con agua. Sabemos que el agua con sal tiene iones, tanto positivos ( sodio) como negativos (cloro). Sabemos que si metemos en un recipiente con agua con sal dos electrodos conectados a una batería, se dará un fenómeno conocido como electrolisis, formándose una gran cantidad de burbujitas y que hay corriente eléctrica, que no es otra cosa que un flujo de electrones. Con un medidor del paso de corriente eléctrica, llamado polímetro, es posible cuantificar ese paso de corriente, por nimio que sea. ¿Adivináis a dónde quiero llegar? Pues sí, señores, gallifante para quien haya adivinado por dónde van los tiros: por rellenar el preservativo de una solución de agua con sal, para que haya una gran cantidad de iones, meter uno de los electrodos en el interior del preservativo y rodear con el otro electrodo el dichoso preservativo en su exterior, al mismo tiempo que medimos con el polímetro el paso de corriente que debería haber de un lado a otro del mismo en caso de que hubiera poros por los que se filtraran los iones, de un tamaño menor al del VIH. ¿Qué ocurre? Nada. Repito: NADA. Si hubiera poros en el condón, pasarían iones de un lado a otro, actuando el condón de membrana semipermeable y al realizar este experimento el polimetro debería detectar esa corriente eléctrica.Como no hay traspaso de iones, no ocurre nada. Si no pasan los iones, ¿cómo van a pasar las partículas de VIH, que son mayores?

A todo esto, hay que añadir una serie de consideraciones. Puntualicemos: la forma más segura de evitar el contagio del VIH por vía sexual es la abstinencia, la evitación de todo tipo de contacto sexual. Antes de que se me subleve la tropa, sigo puntualizando: tal como me comentaba una vez EC-JPR, “Ahora bien, si asumimos los riesgos inherentes a todo contacto sexual, el preservativo masculino es el mejor medio de protección” y” (…) empleando el preservativo bien (lo cual implica prácticamente ponérselo desde que uno se quita el calzoncillo, cosa que pocos hacen), es un método muy eficaz (el mejor) para la prevención del VIH“, comentarios con los que estoy 100% de acuerdo. Un preservativo no da un 100% de seguridad, pero sí un porcentaje bastante elevado, disminuye de forma notoria el riesgo de contraer el VIH hasta hacer que éste sea asumible por quien quiera tener relaciones sexuales. Repito: el riesgo de contraer VIH, no estoy hablando de otras ETS (este tema se tratará aparte). A riesgo de ser pesada, sigo repitiendo que el preservativo es un método de barrera bastante eficaz para disminuir de forma muy notoria el riesgo de contraer VIH siempre que se use de forma correcta y desde el principio, que hay que recordar el dicho “antes de llover, chispea”, en este caso que antes de salir semen, sale líquido preseminal, que no es agüita minerá precisamente.

tipospreservativos¿Y qué implica usar correctamente un preservativo? Copio, pego y modifico un extracto de un artículo de Rinzewind que lo explica muy clarito:

Un preservativo puede fallar, pero con suficientes dosis de Calma y Tranquilidad la probabilidad queda reducida en un porcentaje marginal; sólo hay que tener en cuenta un cierto número de cosas:


Compra condones de látex. Aunque te pueda parecer mentira, hacerse uno mismo uno a base de ganchillo va a ocasionar que haya fugas y roces.

Aunque dé corte pedírselos a un farmacéutico, es mejor que comprarlos en una máquina en la calle (debido sobre todo a las variaciones de temperatura, que afectan a los preservativos, mientras que en la farmacia están a una temperatura ideal y constante). No, las máquinas en los cuartos de baño de pubs y discoteca tampoco cuentan.


No compres preservativos La vaca que ríe. Gástate un poco más de dinero y compra de alguna marca decente. La FDA americana hace pruebas al azar que tienen que pasar 996 de cada 1000 preservativos, no sé cómo andarán las pruebas en Europa pero me imagino algo similar. Busca marcas homologadas. Esto es más importante de lo que parece, ya que hay marcas no homologadas que impiden el paso de los espermatozoides pero no del VIH dichoso. Recordemos que los preservativos, en su origen, son métodos anticonceptivos, aunque luego se haya extendido y mejorado su uso para evitar el contagio de ETS.El experimento anteriormente explicado se cumple con preservativos homologados, que no dejen pasar “ni un suspiro”.


No rasques la punta a ver si llevan premio. Mala idea. En general, las uñas cuanto más lejos, mejor. La fundita que lo contiene lleva una muesca para abrirla, así que suelta esas tijeras. Quitate los anillos, anda, evitarás “accidentes” inoportunos al abrir el envoltorio del preservativo (y no creo que a tu pareja le mole que le arañes o le golpees sin querer con un anillo). Una vez que te lo hayas puesto, tampoco conviene que le hagas una marca con un lápiz cada vez que tu pareja tenga un orgasmo; es mejor llevar la cuenta mentalmente.


El preservativo está preparado para un entorno de relativa poca fricción. Eso significa que, si en el lugar donde lo vas a introducir no está suficientemente lubricado por el motivo que sea, tendrás que acudir a lubricantes artificiales. Usar vaselina no cuenta(ya que estropea el látex), tienes que utilizar materiales con base acuosa.


Por mucho Astroglide que hayas usado, el interior del cuerpo humano es caliente, húmedo y salado (y más caliente que estará, añado). Aunque te parezca mentira, el látex se puede acabar degradando, así que no es buena idea estar una hora con el mismo. Cámbialo entre medias. Por si las moscas.


Si a pesar de todo lo anterior notas que se rompe, para y ponte uno nuevo. Seguir a la faena pensando “Aún me tapa un trocito” no es una buena filosofía vital.

Con estos sencillos consejos, comprobarás que se pueden utilizar preservativos tranquilamente. También hay accidentes de autobús y Metro y no por ello voy andando a todas partes; simplemente tengo asumido que me dan la seguridad suficiente como para usarlos a diario (aquí me refiero al transporte público).

A todo esto añadiría que no está de más leer o releer las instrucciones de cómo poner y quitar un preservativo (sin ironías, sin ironías).

Esto es todo por hoy. En la próxima entrega, más y mejor.

Agradezco a Wis, Sonicando y Héctor que le hayan echado un vistacillo al borrador y a EC-JPR y RInzewind, las aportaciones y el fabuloso debate vía mail que nos montamos. A vuestra salud, señores.

Enlaces relacionados:

En qué consiste la vacuna española contra el VIH

You have AIDS!

Del fundamentalismo como barrera para una adecuada comprensión lectora

Nota: entrada meneada, lo podéis ver aqui. Gracias por el meneo ;)

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Este artículo tiene dos partes, una de enamoramiento humano y otra de enamoramiento animal. El artículo completo se puede leer en Museo de la Ciencia, aquí os presento qué es lo que ocurre cuando los seres humanos nos agilipollamos, perdón, nos enamoramos.

Hoy os vamos a hablar de un tema totalmente médico (eh, que el enamoramiento se estudia en Sexología,disciplina que se estudia como optativa en algunas facultades de Medicina). Advertidos quedáis de que tiene abundantes dosis de ironía y empalagamiento (sí, id a por una dosis de insulina rápida, quizá la necesitéis).

¿Qué nos pasa cuando nos agilipollamos, perdón, nos enamoramos?

Pues para e
mpezar no paramos de tener pensamientos repetitivos con nuestra parejita que invaden la conciencia, el famoso “no me lo puedo quitar de la cabeza”. Se produce también una idealización de nuestra media naranja, de tal forma que parece que de repente todo lo hace maravillosamente, nadie cocina mejor, nadie anda con más garbo, nadie viste con más elegancia (suspiros). Aparece un deseo de conocer mejor a nuestro amor, de saberlo todo-todito-todo, amén de querer que nos conozca mejor que nadie Lo necesitamos. Además de amar queremos ser amados, y nada de mirar a otros posibles candidatos, ¿eh? Que si no, nos entran los celos.

Eso sí, ellos no dejarán de mirar a otras aunque esté
n enamorados. En cambio ellas sólo tendrán ojos para su amorcito. Y no es esa la única diferencia, parece que los hombres se enamoran más rápido que las mujeres, y pueden llegar a ser muy apasionados al contrario de lo que se suele pensar.

Además no son ambos iguales en lo que a celos se refiere. A ellos les duele más una infidelidad de tipo sexual, es decir, que ella practique sexo con otros (60 %). Ellas en cambio, lo que menos soportan son las infidelidades de tipo emocional, es decir, apego emocional de la pareja con otra posible pretendiente. Esto es lo que podemos deducir al menos de las investigaciones de Buss (citado en Pervin, 1998, p. 151). Aunque nuevas evidencias parecen poner en duda estas afirmaciones (Lishner et al., 2008).

El enamoramiento se acompaña de atracción sexual y también de una predisposición a ayudar en lo que desee esa persona tan maravillosa detrás de la que and
amos. Vamos, si nos pide que aplaudamos con la oreja y no sabemos, hacemos el cursillo pertinente para aprender a hacerlo, faltaría más, ois.

¡La de historias que se nos pueden ocurrir! Y es que otra cosa no, pero imaginarnos situaciones ficticias nos encanta. Situaciones en las que nosotros somos los protagonistas junto con nuestra pareja, la imaginación echa a volar y nos podrían contratar como protagonistas de telenovelas pastelosas. Aunque estas fantasías suelen ser algo diferentes en ellos y ellas. Ellos meten algo más de contenido sexual que ellas, o al menos eso es lo que dicen (otra cosa es que sea cierto…coff, coff).

No sólo nos gusta imaginarnos con la persona que queremos, sino que intentamos estar el máximo tiempo con ella, aunque sea para hacer algo que no es lo que más nos guste, que si a tí no te gusta ir a la montaña y tu novio está en un club de montañismo, tú vas aunque sea con tacones y te ganes el apodo de Barbie Montañera, y si te duermes en el teatro pero a tu novia le encanta ver Otelo representado, tú vas aunque te tengas que tomar doce cafeles seguidos y hacer un sobreesfuerzo por no bostezar ni ponerte a mirar el techo.

Tenemos siempre muy presente a la persona amada. Si recordamos cómo funciona la memoria, tendemos a recordar mejor aquello que repasamos con mayor frecuencia y aquello que es importante para nosotros. Y es que nos tiramos todo el día pensando en nuestro amor, y además no hay nada más importante, tenemos un examen al día siguiente y estamos con el hilito de baba colgando, recordando ese lunar tan bonito (suspiro)

Por eso, cuando a algún enamorado le hacen el juego ese en el que preguntan: “dime el primer nombre de alguien del otro sexo que te venga a la cabeza”, la respuesta suele ser el nombre de su amorcito. ¿Nunca os habéis encontrado con este tipo de juegos? Luego se sorprenden mucho cuando les dicen que la solución es, que el nombre que han pensado es el de la persona a la que quieren (claaaaaro, claaaaaaro). Y es que cualquier cosa nos recuerda a esa persona especial, abres el bote de colacao y recuerdas que tu cielín se toma uno cada noche antes de irse a la cama a soñar contigo.

Aparentemente también podemos tener falta de atención, y es que puede que la atención esté constantemente en otra parte. Es lo que se llama falso déficit de atención debido a que nuestra atención se focaliza de forma continuada en nuestra querida pareja. Vamos, lo que se conoce popularmente como estar a por uvas o estar en la parra.

Es curioso ver también cómo nos comportamos. Sonrisas nerviosas cuando nos cruzamos con la persona deseada. Miradas tímidas en ellas. Miradas directas en ellos, con miradas poco frecuentes y de larga duración. Cierto descontrol y torpeza. Podemos encontrar aquí un vídeo sobre el tema.

Y que nadie nos lleve la contraria o nos impida ver a nuestro amorcito, porque el amor puede llevarnos fácilmente a crecernos ante las dificultades, y puede que los sentimientos se vuelvan más intensos. ¿Acaso las grandes historias de amor no fueron sobre amores prohibidos? ¿Hubieran dado para tanto Romeo y Julieta si hubieran podido contraer matrimonio?

Hasta ahora nuestra experiencia personal, pero, ¿qué pasa por dentro? ¿Qué ocurre exactamente en esa fiesta que se montan a nuestra costa las hormonas y los neurotransmisores?

En un principio se da la atracción, el flechazo, ese momento en el que dos personas se miran y “uis, siento maripositas en el estómago”. En ese momento, el cerebro produce cantidades ingentes de feniletilamina, un compuesto de la familia de las anfetaminas que, curiosamente, se encuentra en cantidades generosas en el chocolate ( de ahí que cuando se rompa una relación sea un recurso muy socorrido, junto con las tarrinas de medio litro de helado, aunque se duda que haya cantidad suficiente para provocar ese efecto y quizá sea más efecto placebo que otra cosa). La feniletilamina causa la euforia y la excitación inicial, ese estremecimiento que nos entra cada vez que vemos a la persona que nos atrae, esas maripositas en el estómago. Además, da comienzo a todo el proceso: se segregan cantidades mayores de dopamina que es la encargada de los mecanismos de refuerzo que nos llevan a repetir aquello que nos da placer, como besar a nuestra pareja, nos motiva a estar más tiempo con ella, además de prolongar esa sensación de placer, emoción y euforia junto con estar más pendiente de todo lo que atañe a nuestra media mandarinita; la adrenalina, que nos pone el corazón acelerado en cuanto vemos a nuestro cariñín o nos hace ponernos a dar saltitos por la habitación como quinceañeras cuando recibimos un sms del cariñín dichoso, además de disminuir drásticamente el apetito y dar una vitalidad increíble. También se dispara la oxitocina, encargada del deseo sexual y del estrechamiento de los lazos afectivos. Todos estos neurotransmisores combinados forman un cóctel explosivo que hace que nos tiremos horas hablando y “sumergidos en las mieles del amor y la pasión”, por decirlo poéticamente, sin cansarnos ni tener sueño. La vasopresina también hace de las suyas, y es que está muy relacionada también con el enamoramiento y los lazos afectivos, al igual que la oxitocina. Y que no se nos olvide la testosterona, incitadora del deseo sexual.

Sin embargo, esa borrachera amorosa no dura toda la vida, sino que llega un momento en el que nos hacemos resistente a ese cóctel explosivo, q
ue los receptores que hay en el cerebro para esos neurotransmisores se saturan y no dan más de sí, con lo que la respuesta es menor o nula. Es entonces cuando hacen su efecto las endorfinas, que son las que nos dan esa sensación de sosiego, de calma, de estabilidad, pasando del enamoramiento explosivo y brutal al amor tranquilo y sereno. También conservan un papel importante en esta fase la oxitocina y la vasopresina, encargadas como hemos mencionado de los lazos afectivos.

Hablando de estructuras encefálicas relacionadas con el enamoramiento podemos decir que tiene gran importancia el circuito de Papez en el sistema límbico. ¿Lo cuálo? Que nadie se asuste: el circuito de Papez es el nombre que recibe un conjunto de estructuras nerviosas dentro del cerebro que se encargan de las emociones. Además, también es importante el Área Ventral Tegmental, en el tronco encefálico (porque modula el circuito de Papez). Para verlo mejor, pinchen en la imagen de la izquierda.

Sin embargo, también la corteza cerebral tiene su papel, de hecho ¿no es ahí en la corteza donde de hecho comienza el enamoramiento? Podemos encontrar un vídeo interesante sobre todo lo mencionado aquí. (Si alguien se ha liado en este apartado, que no se preocupe, que levante la manita y nosotros aclaramos lo que haga falta)

¿Soy superficial? ¿En qué me fijo, en el físico o en la personalidad?

Supongo que este comentario nos lo han hecho alguna vez a todos. Y es que parece que está mal visto casi, que alguien se fije en otra persona por su aspecto físico. Igual ayuda para ver este punto, ponerlo en perspectiva y analizar qué es lo que hacemos la mayor parte del común de los mortales. La mayoría de nosotros, ¿nos fijamos en el físico o en las cualidades personales más intangibles?

Los modelos basados en pasos a modo de filtros, proponen que ni una cosa ni la otra. Que lo primero en lo que nos fijamos al buscar pareja es en el aspecto físico, pero que esto es sólo el primer paso. Es decir, que tener buen físico suele ser normalmente un requisito, pero no algo suficiente.

No nos fijamos por lo tanto en el físico o en la personalidad. Nos fijamos primero en el físico y luego, pasado el “filtro”, ya buscaremos en otros aspectos. Pero si la persona no nos atrae físicamente lo más mínimo, poco se puede hacer. Por lo menos es así en la inmensa mayoría de los casos.

De hecho Zeki (2007) comenta cómo el enamoramiento, el amor erótico y la belleza están relacionados. Y es que en los tres parecen trabajar áreas comunes como son el cortex orbitofrontal, el cortex cingulado anterior y la corteza insular.

Podemos estar tentados en pensar, que pueden existir diferencias en la importancia que se le da al atractivo físico, entre un sexo y otro. Sin embargo, en un estudio reciente (Johnsson et al., 2008), se comenta que las diferencias entre sexos en la demanda de atractivo físico en la pareja, parecen frágiles e influenciables por factores culturales.

Algunas ideas curiosas sobre el enamoramiento

La fisiología del amor y las emociones ha sido bastante estudiada. Stanley Schachter fue uno de los primeros en proponer una teoría fisiológica cognitiva de la emoción junto con Jerome Singer, en la cual según él en el enamoramiento intervienen la activación determinados mecanismos como los del circuito de Papez, el sistema simpático, hormonas… Cuando las personas perciben estas reacciones fisiológicas, ese revoltijo de sensaciones y emociones, interpretan qué es lo que les está pasando. Es lo que se conoce como la teoría de la activación cognitiva de Schachter-Singer.

Si la razón es clara la interpretación tenderá hacia esa explicación, si la razón no es tan evidente, la explicación será construida por el sujeto en parte en base al entorno (el contexto) y su experiencia previa. Por ejemplo, si damos a un grupo de personas una droga que les provoque taquicardia y efectos euforizantes, y les explicamos que es debido a una droga, ellos se explicarán a sí mismo que lo que sienten es por la droga que les han dado. Sin embargo, si les damos exactamente la misma droga pero no les comentamos nada, ellos dirán que simplemente están eufóricos. Si no les explicamos nada y en el momento en el que están eufóricos por los efectos de la droga les presentamos una moza (o un mozo) de buen ver…pensarán que Cupido pasó por allí y por eso están así de felices.

Existe un curioso experimento hecho por Dutton y Aaron (1974) que no deja de ser intrigante. Hicieron que una atractiva encuestadora se pusiera a hacer encuestas en dos puentes diferentes. Uno bien seguro, bajo, de hormigón, que cruzaba por encima de un riachuelo. El otro era un puente colgante de madera que cruzaba un cañón peligroso.

En el medio de ambos puentes la entrevistadora les preguntaría a los hombres si podía hacerles unas preguntillas. Después de las preguntas, la mujer daba su número de teléfono para que aquellos que quisieran conocer en qué consistía el estudio pudieran llamar y enterarse. La hipótesis de los investigadores consistía en que una mayor activación fisiológica producida por estar en un puente de madera sobre un cañón peligroso, sería interpretada por muchos como una reacción a la encuestadora. ¿Sería cierto? No sé, pero el caso es que muchos más hombres de los que cruzaron el puente de madera llamaron y muchos de ellos por lo visto la invitaron a salir.

Este experimento es curioso, pero ¿qué hay de verdad en todo esto? De las causas de lo ocurrido en el experimento no sabríamos qué decir, pero parece ser que de alguna forma sí que se realiza una interpretación de las emociones, como en el caso del enamoramiento, es decir, sentimos algo e intentamos explicarnos a nosotros mismos por qué estamos así. Dicha interpretación podrían tener cierta influencia en la forma en que las personas lo experimentan. Además, en gran medida esa interpretación puede estar mediada por factores culturales. Las formas de manifestar dicho amor en sociedad también pueden variar en función de la cultura, pero la naturaleza última del mismo es la misma.

Por otra parte el aprendizaje previo de una persona puede tener que ver también en el proceso de enamoramiento. Todos hemos visto en el cine cómo alguien se enamora de una persona que le recuerda a otra que perdió. Podemos encontrar interesante este vídeo al respecto (bueno se habla de otra cosa, pero guarda cierta relación). ¿En qué medida puede nuestro aprendizaje llevarnos al amor? De ahí que se diga que la experiencia es un grado y que con el tiempo vamos aprendiendo qué nos gusta, qué no nos gusta y qué debemos tener en cuenta a la hora de evaluar a un/a posible candidato/a a media mandarina.. Puede que incluso de forma más o menos inconsciente, planifiquemos o tengamos una idea formada no sólo de quien queremos enamorarnos, sino también de las circunstancias en las que nos gustaría enamorarnos.
Para terminar, una cita de Antífanes, “Hay dos cosas que nadie puede ocultar: que está borracho o que está enamorado”.

Artículo escrito por Sophie, Carlos y Héctor. Revisado por Brainy.
Dedicado con todo mi amor a mi “parejito”. Por toda la química que sentimos desde la primera conversación :)

Fuentes:

Dawkins, R. (2002). El gen egoísta. Barcelona: Salvat Ciencia.

Dutton, D. & Aron, A. (1974). Some evidence for a heightened sexual attraction under conditions of high anxiety. Journal of Personality and social psychology, 30, 510-517.

Esch, T. & Stefano, G.B. (2005). The Neurobiology of Love. Neuro Endocrinol Lett. Jun;26(3):175-92.

Johnsson, J.I., Gustavsson, L. & Uller, T., (2008). Mixed Support for Sexual Selection Theories of Mate Preferences in the Swedish Population. Evolutionary Psychology, 6(4), 575-585.

Lishner, D.A., Nguyen, S., Stocks, E.L. & Zilmer, E.J. (2008). Are Sexual and Emotional Infidelity Equally Upsetting to Men and Women? Making Sense of Forced-Choice Responses. Evolutionary Psychology, 6(4), 667-675.

Pervin, L.A. (1998). La ciencia de la personalidad. Madrid: McGraw-Hill.

Punset, E. (2007). El viaje al amor. Barcelona: Ediciones Destino.

Reeve, J. (2001). Motivación y emoción. Madrid: McGraw-Hill.

Sternberg, R. & Barnes, M.L. (1988). The Psychology of Love. USA: Yale University Press.

Zeki, S. (2007). The Neurobiology of love. FEBS Letters, 581, 2575-2579.

Fuentes en internet:

Wikipedia

http://javarm.blogalia.com/historias/22396

http://imperiocorleone.wordpress.com/2008/01/26/la-quimica-del-amor/


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