Mondo Medico les desea unas felices Navidades en compañía de los suyos, que disfruten estas fechas con moderación y los Reyes Magos les traigan mucha salud y mucha fuerza para el 2008
Esta mañana me encontré un artículo curioso: un hombre que padecía dermatitis se automedicó con plata coloidal ( líquido que contiene extractos de plata) durante casi una década; como consecuencia, terminó padeciendo una argiria.
La argiria es una enfermedad causada por la ingesta de plata o el contacto prolongado con este metal ( como puede ser en una empresa metalúrgica, no por llevar continuamente adornos o joyas de plata, por ejemplo). El paciente termina mostrando un color azulado-grisáceo. Es una enfermedad irreversible, una vez que se deposita esa gran cantidad de plata en el organismo no se elimina, quedando el paciente con esa característica coloración de por vida. En este caso, el paciente ingirió durante un tiempo muy prolongado plata coloidal,un tratamiendo desaconsejado por la FDA y que puede ocasionar además daños renales, neurológicos, fatiga e indigestión, entre otros. Aún así, el hombre de la fotografía, Paul Karason, sigue tomando su medicación, contento de no padecer dermatitis nunca más…
Para más información: “Blue man exposed“, de Healthbolt; “Carnaval de colores cutáneos“, de Medtempus.
Cuando ví a un familiar mío curándose un corte superficial con Loctite, pensé que estaba loco de remate. Cuando me comentaron que en Vietnam usaban ese mismo pegamento para cerrar heridas, pensé a lo Astérix “ están locos esos romanos, perdón, americanos”. Más tarde seguí leyendo referencias al tema pero no les presté atención, creía que eran leyendas urbanas, exageraciones… y por puro azar terminé leyendo un artículo de CPI donde comentaban que el cianoacrilato (podríamos decir que es el “principio activo” de esos pegamentos) fue sintetizado para hacer innecesarias las suturas quirúrgicas. Bricomanía aplicada a la Medicina. Eran ya demasiadas señales para seguir obviando el tema
Los cianoacrilatos fueron sintentizados en 1949 por Alan Ardis, dándose a conocer en la primera mitad de los años sesenta por los científicos de la Eastman Kodak (sí, una compañía fotográfica). Se solicitó la aprobación de la FDA como adhesivo quirúrgico, denominado Adhesivo Eastman 910 (metil-2-cianoacrilato), y los cuerpos militares norteamericanos se interesaron por éste, empleándolo para realizar hemostasias (“parar” una hemorragia, favorecer el proceso de cese de sangrado y reparación del vaso dañado) y cierre de heridas. Posteriormente se descubrió que era tóxico e irritativo para la piel, no era útil en heridas profundas ni extensas por la reacción del cuerpo ante el pegamento y la FDA obligó a la compañía a retirar ese producto del mercado, no autorizándolo para uso civil. Concretamente, el metil-2-cianoacrilato daba lugar a formaldehído al descomponerse, sustancia que se considera en la actualidad cancerígena.
En los años 70, la compañía Braun, en Alemania, sintetizó un nuevo cianoacrilato, el n-butil-2-cianoacrilato, que tenía una toxicidad mucho menor y conservaba las propiedades hemostásicas. Éste se utiliza en la actualidad para embolizar varices (es decir, para ocluir venas dilatadas que corren el riesgo de romperse y causar una hemorragia) y para el cierre de heridas pequeñas, sin tener que suturar . Desde entonces se han producido y experimentado diversos adhesivos derivados del cianoacrilato como el isobutil cianoacrilato, usado en cirugía bucal y dental y el 2-octil-cianoacrilato, adhesivo tópico empleado para los cortes superficiales de la piel en Pediatría (en la imagen de la derecha), aprobado por la FDA en 1998 (no he encontrado referencias a su aprobación y uso en España, con lo que por el momento afirmo que no está autorizado ni se comercializa aquí).
La Medicina está en todos lados, hasta en la caja de herramientas donde guardamos ese pegamento tan “potente”…