Dice un antiguo dicho que en el amor y la guerra, todo vale. En este caso, la guerra contra las bacterias.
Actualmente disponemos de recursos limitados para combatirlas. Podemos prevenir mediante la antisepsia, la esterilización, la limpieza y otra serie de mecanismos, tanto físicos como químicos. Podemos remediar mediante el empleo de antibióticos y de medidas para tratar los síntomas que producen, como la aplicación de paracetamol en caso de que haya fiebre. Pero son de eficacia limitada, porque las bacterias, el enemigo a combatir, evolucionan y adquieren mecanismos de defensa, crean resistencias frente a esos antibióticos, desarrollan enzimas y otras formas de evitar que les afecten. Respecto a eso se han lanzado campañas para concienciar a la población de lo necesario que es el uso correcto de los antibióticos con el fin de evitar la creación de las temidas defensas, que hace que se formen bacterias más fuertes, más virulentas y frente a las que cada vez podemos hacer menos.No todas las infecciones son bacterianas, por lo que no todas se curan con antibióticos, ni toda enfermedad es infecciosa. Además, existen una serie de antibióticos de uso intrahospitalario, con el fin de controlar exhaustivamente su aplicación y su dosificación, que el día de mañana se pueden mostrar ineficaces.
Por todo esto, se están buscando nuevos antibacterianos. En Galber tuve ocasión de leer que se están investigando los enzibióticos, enzimas obtenidas de bacteriófagos, que no son otra cosa que virus que atacan exclusivamente a las bacterias. Desde el año 2002, un equipo de investigadores del CSIC dirigidos por Juan Hermoso trabajan con estas enzimas y estudian su mecanismo de acción, consistente en romper la pared de la bacteria (estructura que las recubre y protege) y atacar su interior. También se investigan en la Universidad de Rockefeller en Nueva York, donde se han realizado estudios para comprobar la eficacia de los enzibióticos y sus aplicaciones, conociéndose por el momento que se han conseguido enzibióticos contra Streptococcus pyogenes, Streptococcus pneumoniae y Bacillus anthracis, responsables de infecciones supuradas, neumonías, meningitis y antrax entre otras enfermedades. Esos enzibióticos presentan como ventajas que se necesita una cantidad muy pequeña para destruir millones de microorganismos en un breve periodo de tiempo, son altamente específicos contra una determinada bacteria,lo cual no suele suceder con los antibióticos actuales, que eliminan un grupo de bacterias, entre ellas muchas de la flora saprófita del organismo.
También se investiga en el laboratorio el agricur. En Novaciencia apareció una noticia sobre el tema a finales de Octubre del 2007, contando que el agricur es una arcilla obtenida del polvo de las montañas del Macizo Central francés que, según se piensa, combatiría el 99% de las bacterias, incluyendo al Staphilococus Aureus y Escherichia Coli en 24 horas, toda una proeza. En el blog de Maikelnai también se puede hallar la noticia, un poco más extendida, contando que una doctora francesa, Line Brunet de Course, fue la primera en comprobar que las propiedades curativas de las arcillas verdes de Francia, compuestas básicamente de dos minerales llamados esmectita e illita. La doctora empleó esas arcillas para luchar contra la úlcera de buruli, una enfermedad similar a la lepra, en varias clínicas de Costa de Marfil y Guinea. Después envió a la Organización Mundial de la Salud (OMS) los expedientes de 50 casos estudiados, llamando la atención pero sin lograr fondos para desarrollar su investigación por carecer de evidencia científica. Posteriormente, su hijo buscó científicos que pudieran estar interesados en investigar el mecanismo de acción y las propiedades del agricur, logrando convencer a la Lynda Williams, de la Universidad del Estado de Arizona.
Y ya para terminar, al hilo del tema del artículo, hace poco se empezó a hablar de cómo eliminar viruses a base de agitarlos. Como ven, la Medicina está hasta en las arcillas, por ejemplo, y cada día se descubren formas más originales y precisas para eliminar los microbios dañiños