Nota: he simplificado al máximo para que sea comprensible. Que los más experimentados en el tema me perdonen y sean suaves con sus collejas
Me preguntábais en el anterior artículo cómo sabía el óvulo recién fecundado que tenía que dividirse o especializarse. Hace unos años, cuando comencé la carrera, era uno de los grandes misterios de la Biología y hoy lo sigue siendo, aunque parece que hemos avanzado un poco en esa dirección gracias a los estudios realizados en ratones o moscas, por ejemplo.
No sabemos exactamente ni con detalle cómo cada célula “sabe” concretamente que tiene que dividirse o especializarse y a dónde tiene que ir, ni cómo decide ir dividiéndose una y otra vez hasta formar una mórula y que a partir de ahí se vaya formando un embrión en un proceso (embriogénesis) calculado al milímetro, perfectamente coordinado, sin un fallo o apenas fallos, lo que implica que las células se dividan, se especialicen, migren de un lado para otro colocándose cada una en un sitio concreto y tengan una fecha de caducidad, de modo que cuando hayan cumplido sus funciones y ya no puedan realizar sus labores correctamente mueran en un proceso llamado apoptosis. No, no sabemos todo eso, pero sí estamos avanzando en el camino de saber algunas cosillas, por ejemplo que las células se comunican entre sí y reciben órdenes.
Imaginad las células como unos obreros un tanto especiales. Son obreros y a la vez el material de construcción, se van al sitio que les mandan y forman la estructura del edificio (que es el embrión) que les ordenan los capataces (que son los factores de transcripción , unas proteínas que coordinan el proceso por el que la información que hay en el ADN se usa para sintetizar los materiales de los que está hecho nuestro cuerpo). Esos capataces también son un tanto especiales, porque dan las órdenes (se activan) o se quedan calladitos (se silencian), de forma que activándose o silenciándose esos factores las células saben lo que hacen y cómo lo hacen. Por ejemplo, un grupo de capataces le dice a un grupo de obreros “hala, formad la red de desagüe menor del edificio” y allá que las células van totalmente felices a formar el aparato urinario, se activan unos factores (los capataces) mientras que otros están silenciados y no impiden que se lleve a cabo esa tarea.No sólo eso, sino que los obreros se comunican entre sí y se dicen unos a otros “eh, no te dividas más ni te coloques ahí, que me vas a pisar“, mientras los capataces berrean”oye, ya es hora de que te especialices en llave de paso o esfínter”. Una maravilla, señores, aunque una maravilla un tanto complicada que no entendemos aún del todo.
¿Y los factores de transcripción se limitan a dar órdenes para colocarse y especializarse? Pues no, también “ordenan” a un grupo de células mantener su pluripotencialidad, por ejemplo, teniendo ahí una reserva de células pluripotenciales listas para dar lugar a más células.
Esto es todo por hoy, ya más adelante hablaremos de las Induced Pluripotent Stem Cells (IPS cells), células “normales y adultas” que han sido inducidas “hacia atrás” para convertirse en células troncales.
Agradezco a Shora (Esther Samper) que me echara un cable con el artículo y me diera el impulso necesario para terminarlo