Suele pasar que tengas la idea de hablar de un tema y alguien se te adelante. No, EC-JPR, no estoy hablando de la telepatía que tenemos y cómo nos hemos pisado ya varios artículos (si Eugenio lee esto me maldice en arameo y en pársel por pseudocientífica, lo sé ). No, hablo de querer escribir acerca de House y descubrir que alguien ya lo ha hecho, que iba por donde yo quería ir…y para remate con mucho más estilo y elegancia de lo que yo probablemente sea capaz de hacer en mi vida. Porca miseria. Aún así, no me resisto a hablar de House y de paso comentar y recomendar a quien ha escrito ese artículo que me hubiera gustado escribir a mí: Barrueco, escritor y periodista zamorano, un tío bastante conciso y directo a la hora de escribir, con las florituras justas y las ideas bien claras.
House es un borde. Es un detective con fonendo, alguien a quien le presentan una serie de signos y síntomas y se pone a pensar, a husmear y darle trabajo a las neuronas hasta descubrir qué diantres tiene el paciente mientras se pega vicodinazos a discreción, suelta frases míticas, se deja llevar a veces por sus sentimientos de amor o amargura, todo esto aderezado con una buena banda sonora . Es un Sherlock Holmes moderno, el ídolo de muchos estudiantes de Medicina, amado u odiado sin término medio. En el principio del artículo escrito por Barrueco podemos leer : “Gregory House es un gran fingidor. En numerosos capítulos se inventa algo para conseguir sus propósitos: una dolencia, una enfermedad, una excusa para irse a casa. Se trata de un mentiroso que engaña para alcanzar un objetivo más o menos noble, dependiendo del caso: curar a un paciente, demostrar que tiene razón en sus teorías acerca de un enfermo, conseguir un capricho o que los demás se apiaden de él.”
Igualito que Holmes, el gran Holmes. Un tipo frío, que toca el violín para relajarse y pensar (al igual que House toca el piano, juega con la Gameboy o está con su dichosa pelotita), que aprecia a Watson aunque a veces no lo parezca (mientras que House tiene al buenazo de Wilson, del que a veces abusa hasta el infinito y un poco más allá) y que no le importa tener a todo el mundo en vilo, en jaque, con tal de salirse con la suya y comprobar que está en lo cierto y descubrir la verdad, “si tengo razón el paciente saldrá adelante, si no, la palmará” Ambos son igual de fríos o al menos eso aparentan, suscitan amor y odio por igual. En el caso de House, hasta hay rulando por ahí una oración dedicada a él:
House Nuestro
que estás en el despacho
santificado sea tu bastón.
Venga a nosotros tu ironía
Hágase tu voluntad
así en la consultas como en los quirófanos.
Danos hoy nuestro caso raro de cada día
y perdona nuestras malas praxis
así como también nosotros
perdonamos a quienes nos contradicen en nuestro diagnóstico.
No nos dejes caer sobre representantes farmaceúticos
y líbranos de las medicinas alternativas.
Vicodin.
( Creado por Shora).
Respecto a mi opinión sobre la serie…como toda serie, hay una parte de verdad y una parte de exageración para hacerla más emocionante. En mi casa nadie quiere ver House conmigo porque estoy continuamente soltando barbaridades muy impropias de señorita al ver ciertas escenas (sí, a veces soy fina como la porcelana). Exageraciones o fallos como una catedral de grandes (los más famosos, decir que el toxoplasma era un hongo, error que atribuí a la traducción y resultó que no, en el original decían hongo con todas las de ley en vez de parásito, o confundir algunos conceptos básicos en la profesión), enfermedades rarísimas de muy baja prevalencia en la población, pruebas o procedimientos que no tienen justificación ninguna (como hacer una biopsia cerebral by the face cuando se puede descubrir lo mismo con otros procedimientos incruentos y menos peligrosos para el paciente), situaciones surrealistas y totalmente límites e improbables, sangrados o ataques cardíacos aparatosos, etc. Y, sobre todo, aplica su propio método de diagnóstico diferencial, sin utilizar los algoritmos que nos hacen memorizar en la carrera (todavía recuerdo un profesor de Cirugía que me hizo memorizar “cienes y cienes” de algoritmos tal como el quería que fueran aprendidos).Eso sí, el trabajo que le da a mis neuronas no tiene precio, repasando conceptos de la carrera, enarcando una ceja continuamente y pensando rápidamente qué puede tener ese paciente tan pachucho al que “miman” House y su equipo mientras buscan el diagnóstico a toda prisa. Además, reconozco que en parte me gustaría ser como ese tío, tener la cara igual de dura en muchas ocasiones, ser tan echá p’alante, no morderme la lengua y no limitarme a enarcar una ceja sino soltar el borderío que estoy mascando ante ciertas situaciones. Es lo malo de haber sido educada en el “sé dulce como la miel y suave como una ovejita”. Pues eso…
Y a vosotros, ¿os gusta esta serie?