Todos os habéis hartado de ver momias con sus vendas en películas, series y dibujos animados, teniendo así la idea de que una momia es sólo un cuerpo embalsamado y cubierto de lienzos o vendajes. Esa percepción cambia cuando os sentáis a ver Bones, si vuestro estómago no se muestra delicado ante la visión de un cuerpo descompuesto o piensa que merece la pena aguantar esa visión a cambio de recrearse en la anatomía del tal Boreanaz (el que encarna a Seeley Booth)
En Bones nos encontramos a Temperance Brennan y Seeley Booth intentando averiguar qué hay tras un cadáver abandonado en un sitio insólito, restos óseos que aparecen por las buenas en donde menos se les esperan. Son una pareja fuera de lo común, una antropóloga forense y un agente del FBI haciendo frente a los crímenes y homicidios más curiosos, sin mostrar nunca una mueca de asco ante el olorcillo de la putrescina y, como en CSI, en dos minutos te sacan hasta de qué era la primera papilla que probaste. La serie está muy bien para sacarle fallos “si hombre, de un vistazo van a saber el sexo y la edad“, para repasar Medicina Legal y recrearse en los aspectos más sentimentales, como la familia perdida de Temperance, la relación de Booth con la madre de su hijo y la empatía de Angela.
Yendo al turrón, que ya me desvío demasiado: en esta serie es posible ver los distintos tipos de descomposición y conservación cadavérica, siendo una de las más curiosas la momificación.
La momificación se produce cuando el cadáver se deseca a gran velocidad. El ejemplo más clásico es el de los cuerpos colocados en las arenas del desierto o de una playa, ofreciendo las condiciones óptimas para la evaporación rápida del agua. Al suceder esto, el cuerpo se consume, empezando por las partes más expuestas como la cara y las extremidades, frenándose de manera notoria el proceso de putrefacción cadavérica. La piel se endurece y se pega a las zonas más prominentes del esqueleto, por ejemplo los pómulos o las rodillas, adquiriendo una coloración que recuerda al pergamino, amarillo marronáceo. Los óganos internos se desecan también y se quedan rígidos. En resumen, el cuerpo se queda amojamado.
Si esta momia moderna está bien protegida por la arena o cualquier otro material, a salvo de la erosión del medio ambiente, se puede conservar por muchos años en buenas condiciones; de lo contrario, termina fragmentándose y haciéndose polvo.
Toda la información necesaria para la elaboración de este artículo ha sido extraída de “Medicina Legal y Toxicología“, de Gisbert, el libro gordo de Petete con el que aprobé esa asignatura.