Querida Jezabel:

hace un tiempo me hablaste de tu intención de hacerte donante de médula ósea y me preguntaste las posibles complicaciones posteriores, ya que esa donación implica meterte en un quirófano y querías tener bien claro los pros y los contras antes de meterte en ese berenjenal.

Antes de ir a esa parte te quiero contar otras cosas. Por ejemplo, que no sólo puedes donar células troncales hemopoyéticas (es decir, que de ellas salgan las células que contiene la sangre) a través de la donación de médula ósea, sino que esas células se pueden extraer de la sangre o del cordón umbilical. Y, por otra parte, que para poder ser donante es necesario cumplir una serie de requisitos tal como se puede leer en el documento sobre transplante de progenitores hemopoyéticos de la Junta de Andalucía:

- Edad comprendida entre los 18 y 55 años.
- Peso mayor de 50 kg.
- Buen estado de salud:
- Que no padezca ningún trastorno circulatorio, renal, pulmonar, hepático o hematológico.
- Que no padezca hipertensión arterial no controlada ni diabetes mellitus insulín-dependiente.
- Que no padezca enfermedad tumoral maligna, hematológica o autoinmune con riesgo de transmisión al receptor.
- Que no tenga o haya tenido antecedentes de infecciones por los virus de la hepatitis B, C, o VIH (SIDA), ni conductas de riesgo (drogadictos, múltiples parejas sexuales).

En el caso de la donación de progenitores hemopoyéticos del cordón umbilical, cuando te reproduzcas y tengas un precioso mini-yo ( o más de uno), puedes comentarle el caso a tu ginecólogo para realizar dicha donación, en cuyo caso el cordón umbilical irá a un banco público de cordones umbilicales, se estudiará sus características y se guardarán los datos para cotejarlos con los de las personas que precisen un transplante de ese tipo.

Si decides donar progenitores hemopoyéticos a través de la sangre periférica (vamos, la sangre recogida de una vena), en el hospital o la Unidad de Día te administrarán un estimulador de esas células progenitoras, para que se reproduzcan sin llegar a diferenciarse y cuando vayas a realizar la donación haya un buen número. Luego te dirán día y hora para que te sientes cómodamente en un sillón a leer un libro (no te veo a tí leyendo el Hola ni el Cuore, no sé por qué) mientras te ponen una vía venosa, te conectan a una máquina que va sacando tu sangre, seleccionando mediante unos filtros especiales esos progenitores hemopoyéticos y te devuelve el resto. Vamos, como si fuera una diálisis. Son 3 horas leyendo, viendo la tele o lo que prefieras mientras haces esa donación.

Y si prefieres meterte en quirófano y donar tu médula ósea, has de saber que se te aplicará anestesia general, te pondrán bocaabajo y te dejarán la cadera al aire (bueno, se te verá un poquito la hucha, pero créeme que cuando nos metemos en faena tenemos cosas mejores de las que estar pendientes). Localizarán tus crestas iliacas, donde hay una buena cantidad de médula ósea, en la zona posterior y se te realizarán aspirados sucesivos de la médula, obteniéndose 5-10 ml de médula en cada punción, hasta un máximo de 15 ml/kg que peses. La médula obtenida se hepariniza para que no se coagule y apegotone, se filtra y se guarda como oro en paño. La médula tarda unas 2 semanas en regenerarse, así que tampoco te preocupes mucho por eso.

¿Complicaciones asociadas? En el caso de la donación del cordón umbilical, ninguna; en caso de donar progenitores directamente desde la sangre, infección del sitio de punción o tromboflebitis, muy poco común; y en el caso de la donación de médula ósea, las complicaciones derivadas de la anestesia, molestias o dolor en la zona de punción (ten en cuenta que se te dejará como un quesito gruyère, con unos cuantos miniboquetitos), hematomas, algún pequeño sangrado.

 

Bibliografía empleada

Cuestiones de Hematología, de San Miguel

Fisiología, de Guyton

Donación y transplante de progenitores hemopoyéticos, de la Junta de Andalucía

Manual de transplante hemopoyético 2010, de Enric Carreras

Tratamiento sustitutivo con progenitores hemopoyéticos en las inmunodeficiencias primarias

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Vienes asustado. Te han dicho que te tienen que hacer una aspiración de médula ósea y una biopsia. Piensas que eso suena mal, suena a algo doloroso, a una prueba difícil que a lo mejor requiere quirófano y que si te piden esa prueba es porque sospechan algo muy malo.

Tranquilo. Te lo voy a explicar todo pasito a paso, para que veas que no es tan fiera la pantera como la pintan. Hoy te contaré cómo se hace un aspirado de médula ósea, mañana te hablaré de la biopsia, para no empacharte.

Lo primero es que sepas que en la médula de los huesos se fabrican las células que van en la sangre, tanto los glóbulos rojos como los blancos y las plaquetas, en un proceso llamado hematopoyesis. Hay enfermedades de la sangre que se ven muy bien ahí y no todas son ultramalas como puede ser una leucemia, también nos encontramos con anemias que no conseguimos averiguar la causa examinando la sangre sin más, por ponerte un ejemplo. Por eso extraemos un poquito de las células que se están formando en la médula o hacemos una biopsia sacando una muestra en forma de cilindro. No te preocupes, te lo explico mejor más abajo.

Los sitios elegidos para hacer el aspirado y la biopsia son el esternón, en la zona media, a la altura del hueco que hay entre la segunda y la tercera costilla, y la cresta ilíaca, en su zona posterior generalmente. No te asustes por ese nombrecito, te enseño en la próxima foto qué es la cresta ilíaca:

En mi hospital es indiferente hacerlo de una u otra manera, aunque se suele optar más por hacerlo en el hueso de la cadera porque el paciente está tumbado bocabajo o de lado, más cómodo, sin agobiarse al ver cómo llevamos a cabo el procedimiento. Antes de comenzar te preguntaremos si eres alérgico a algún medicamento y te haremos una analítica, queremos ver que no tienes problemas de coagulación, no queremos provocarte un señor hematoma. Ah, no hace falta hacerlo en quirófano, se suele hacer en consulta con la debida higiene.

Te tienes que tumbar en la camilla, dejando al descubierto la zona de la cadera. Te pondremos una sabanita, te palparemos para localizar la cresta iliaca, haremos mentalmente una línea entre el punto más alto que toquemos de tu cadera y la punta del coxis (el huesito ése antes de tocar el ano, para aclararnos), la dividiremos en tres, nos iremos al primer tercio empezando desde la rabadilla y palparemos para buscar una zona de hueso que sea plana y facilite la toma de muestras. Señalaremos con un boli y luego limpiaremos la zona con povidona yodada (el Betadine de toda la vida) para dejar la zona aséptica.

Nos pondremos los guantes y mientras tanto la enfermera colocará una sabanita de papel estéril con todo el material a usar. Primero cogeré una jeringa con una agujita fina, ahí va el analgésico. Te pondré analgesia en la piel, en el tejido que hay bajo la piel y con una aguja más larga te pondré más analgesia en la parte superficial del hueso, llamada periostio. De este modo notarás que te estamos hurgando, pero no sentirás dolor.Quizá sientas algo de calor y escozor, es un efecto normal de la anestesia.

Cogeré una aguja muy gruesa, especial para eso, un trócar. Mira, te pongo una foto, puede impresionar verla, pero te aseguro que no es nada del otro jueves:

Comprobaré que está bien y la introduciré con cuidado por el mismo sitio del pinchazo para ponerte la analgesia, para facilitar la tarea y no dejarte como un colador. Con cuidadito localizaré el hueso y colocando esa aguja perpendicularmente empezaré a “taladrar” como si tuviera en mi mano un berbiquí. Notarás que te estoy tocando, pero nada más. Seguiré progresando hasta que note cómo paso de la zona cortical a la zona medular, más esponjosa y fácil de taladrar. En ese punto pararé, quitaré el taponcito que tiene en su parte superior, conectaré una jeringa y aspiraré suavemente. Notarás que te estoy aspirando, como si algo tirara de esa zona. No es mucho lo que hay que aspirar, sólo un poquito para poder extenderlo sobre unos rectángulos de cristal llamados portaobjetos, que se enviarán al laboratorio de Hematología para ser analizados al microscopio.

Te sacaré esa aguja despacio, presionaré con una gasa un ratito y te pondré un apósito. Recuerda: no puedes mojarte el apósito hasta pasadas 24 horas y de vez en cuando tienes que echarle un vistazo para ver que no hay sangrado más allá de unas gotitas ni tampoco se ha infectado.

¿Ves cómo no era para tanto? En el próximo capítulo te cuento cómo se lleva a cabo una biopsia de médula ósea.

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