Nota: artículo editado, con nuevas aportaciones
Que nadie se asuste ( no practico el picking your nose) ni me acuse de sensacionalista con el título del artículo, pero es que no encontraba otro que definiera mejor lo que voy a contar ahora.
Buscando información por esos mundos perdidos de Internet, me encontré esto en El Ventanuco:
Comerse los mocos fortalece el sistema inmunológico
El hábito de comerse los mocos puede abandonar por fin su largo periplo en la clandestinidad. El Dr. Friedrich Bischinger, un especialista pulmonar Austríaco, recomienda encarecidamente su práctica, especialmente a los niños. Asegura que la gente que se come los mocos es más feliz, más saludable y vive en mayor armonía con su cuerpo.
¿La razón? Al exponernos a los gérmenes muertos y secos que se encuentran en el moco, nuestro sistema inmunológico aprende y se refuerza. “La mezcla de bacterias muertas retenidas en la nariz -dice el tipo-, una vez en el estómago, actúa como una medicina”. Pero cuidado, si se rasga la piel del interior de la nariz se corre el riesgo de provocar una seria infección que inhiba el flujo sanguíneo hacia el cerebro. Vamos que debemos comernos los mocos más accesibles y esperar pacientemente una nueva cosecha: nada de rascar y rebañar.
Por si fuera poco, el doctor asegura que con los dedos se pueden alcanzar lugares inaccesibles al pañuelo, de modo que la nariz queda mucho más limpia.
Una duda: Si todo esto es cierto, entonces los conductores se automedican en los semáforos. ¿Eso es bueno?
Más información sobre el portentoso hallazgo, en Damn Interesting.
Me quedé unos segundos con cara de “no me lo puedo creer”. Madres del mundo entero dándoles una colleja a sus críos o riñéndoles por meterse el dedo en la nariz, pediatras del mundo mundial hablando de vacunarse y tal…y no, damos y caballeras, lo ideal es explorar la propia nariz y luego degustar el producto que se obtenga de esa maniobra. Anda ya.
Y ahora me diréis: bueno, ¿pero será cierto eso? Pues va a ser que no. Razonemos: si hay gérmenes muertos y secos en la nariz, es porque el sistema inmune ha actuado, atrapándolos, cargándoselos y posteriormente expulsándolos. Cuando nos sonamos la nariz, estamos echando una masa informe llamada moco, compuesta por agua (95%), elementos orgánicos y sales minerales. Entre los elementos orgánicos están esos gémenes, que se ven arrastrados fuera del cuerpo, literalmente barridos. ¿Tiene sentido volver a meterlos en el cuerpo, cuando el sistema inmune ya sabe quiénes son y cómo expulsarlos? En los comentarios podéis leer una interesante reflexión de Ocularis, “Interesante artículo. Me quedo con dudas con respecto al tema: hay que tener en cuenta que el sistema inmune es un gran conglomerado de mecanismos de diferente naturaleza. En las mucosas tienen gran importancia los sistemas inespecíficos: barrera del epitelio mucoso, enzimas bactericidas, competencia con el hierro, etc. Por lo tanto, las bacterias muertas que se encuentran en las fosas nasales no tienen por qué haber estimulado una buena respuesta específica (anticuerpos específicos, linfocitos T citotóxicos, etc).
Por otra parte, incluso aunque sí hayan tenido contacto con el sistema inmunológico específico (célula presentadora de antígeno, linfocito T helper, etc), posteriores contactos más diversos y prolongados (frente a diferentes proteínas y lugares de acción de la bacteria) van estimulando sucesivas generaciones de anticuerpos (y T citotóxicos, células NK, etc) cada vez más específicos. Esta respuesta inmune no es un sí o no, sino que progresivamente va mejorando nuestra respuesta según tenemos más contacto con los diversos antígenos de la bacteria.
Y además de que posiblemente mejoren nuestras defensas a las bacterias concretas de las fosas nasales que ingiriéramos, la dinámica de estimulación del sistema inmune (presentar antígenos “seguros”, sin comprometer la salud ya que las bacterias están muertas) puede que, especialmente en niños, ayude a que dicho sistema se desarrolle correctamente.
De la misma manera que los pediatras animan a llevar a los niños a guarderías para que tomen contacto con otros niños y con sus gérmenes, para que su sistema inmune se abra a más estímulos. Al parecer, sobreproteger a los niños impidiendo que se expongan a gérmenes, favorece las alergias.”Al leer esa respuesta empecé a dudar y cavilar, ¿me estaría equivocando al afirmar que no aporta nada el comerse los mocos? Mi respuesta: “…cuando deglutimos los mocos ( y los críos son especialistas en eso, en vez de coger un pañuelo empiezan a sorber y a tragar). Aunque sea en una proporción mínima, cuando estamos resfriados parte de la secreción nasal se escurre por la rinofaringe y va hacia abajo, terminando deglutida y cumpliéndose todo lo que comentas. Así que vuelvo a preguntar, ¿tiene sentido escarbarse en la nariz y comerse los mocos? Sigo pensando que no…”Con esto afirmo que veo totalmente innecesario meterse el dedo en la nariz y comerse lo que se encuentre, además de considerarlo antihigiénico, ya que el dedito que ha estado en la nariz se posa luego en miles de sitios ( el volante, el pomo de una puerta), pudiendo arrastrar viruses que aún estén vivos, o bacterias ( por ejemplo el maravilloso Staphilococcus Aureus). Es un mecanismo totalmente innecesario, ya que ese proceso de “reforzamiento del sistema inmune” se cumple al deglutir los mocos, de forma más o menos consciente siendo más discreto educado que meterse el dedito (o dedazo) en la napia propia.
Dejo el debate abierto, ¿qué opináis vosotros del tema?
Y no dejéis de echarle un vistazo a la entrada que han publicado los muchachos de Frikimedicina 2.0. Estos chicos apuntan maneras xD