Dicen que rectificar es de sabios. Yo digo que revisar, también.Aviso que el artículo puede resultar muy largo de leer, por lo que lo he dividido en cómodos apartados debidamente señalados, con las palabras claves en negrita, para poder hacer una lectura rápida o ir a lo que interesa.
INTRODUCCIÓN: ¿POR QUÉ REVISO ESTE ARTÍCULO?
Hace un tiempo escribí esta entrada acerca de por qué nos resfriamos, haciendo un resumen bastante breve del asunto. Posteriormente, tuve la ocasión de leer estos magníficos artículos publicados en Enchufa2, Soitu y El tamiz, comprobando que me había quedado algo cortita en mis explicaciones. Así que damos y caballeras, hoy en Mondo Medico vuelvo a la carga para explicar por qué nos resfriamos, por qué el zumo de naranja no nos ofrece inmunidad frente al “trancazo” y el Actimel (oh my gosh, Sophie dándole collejas a una marca comercial,) no tiene más efectividad que un simple yogur blanco frente al “atchús, atchús” y el “coff, couuugh, cof”.
¿POR QUÉ NOS RESFRIAMOS?
Suele pasar. Toda la semana deseando que llegue el viernes para poder hacer terapia de sofá o de cama, ponernos guapetones para salir de marcha, ir al cine, quedar con nuestra media mandarina…y plof, el jueves empezamos a moquear, estornudar o toser y a mirar al cielo (al techo en su defecto) y preguntarnos: ¿por qué, por qué me pasa esto a mí, qué he hecho para merecer esto?
Dicen que el frío es el causante mayor. Sí pero no. El frío hace que los capilares de la superficie de nuestro cuerpo, esos vasitos sanguíneos que llevan sangre a la piel, los brazos, las piernas, la nariz, las orejas, etc, se contraigan, derivándose la mayor parte a los órganos internos para preservarlos. En la sangre no sólo van los glóbulos rojos, sino los glóbulos blancos “apatrullando” el organismo, así que las zonas con el suministro de sangre restringido recibirán menos glóbulos blancos. Tal como conté antes, eso debemos sumarle que los cilios defensivos que hay en las vías respiratorias, que son como pelitos de escobas que barren hacia afuera todo germen o elemento nocivo, no se muevan con el mismo brío, sino a menor velocidad, de forma que no ejercen su función igual de bien. Cualquier virus que produzca infecciones respiratorias se encuentra con un organismo con sus defensas disminuidas, listo para ser invadido. Nada que no se resuelva haciendo caso a lo que nos dicen las yayas: abrígate. Sin embargo, hay que puntualizar: por mucho frío que haga, si no hay virus rondando, no hay infección. Tan simple como eso. Así que el frío por sí solo no puede causar un resfriado.
El frío no sólo provoca lo que acabo de comentar. Al bajar las temperaturas, los seres humanos tendemos a hacer menos actividades al aire libre y apelotonarnos más, tendemos a las actividades de interior, nos arrimamos más los unos a los otros. Más tiempo juntitos en espacios cerrados, ideal para poder transmitirse de unos a otros los virus con facilidad. No tiene nada de especial y, tal como recuerdan en El tamiz, lo mismo pasa con los piojos y el curso escolar: niños apelotonados en un aula, mayor facilidad para la transmisión de esas fastidiosas liendres. Hago un inciso: no está de más recordar que el lavado frecuente de manos, o en su defecto su limpieza con toallitas o gel de secado rápido, no es algo que se recomiende exclusivamente a los médicos, sino en general, ya que si alguien estornuda en su propia mano, luego toca un teclado o el pomo de una puerta…ya sabéis a dónde quiero ir a parar, ¿no? No a la hipocondría y a la obsesión por la limpieza hasta cargarnos la epidermis, sino a guardar una serie de precauciones sencilla: no estornudar en las manos (mejor en la manga, aunque parezca una guarrada, o en un pañuelo), limpiarse las manos con una cierta frecuencia. Quizá no evitemos del todo la exposición a los virus causantes, pero sí la minimizaremos al máximo.
¿Y no benefician las bajas temperaturas a los gérmenes atacantes? Tal como apuntaban en Enchufa2, “A bajas temperaturas, los lípidos de la membrana del virus (de la gripe, en el del catarro no se ha estudiado este efecto) forman una especie de gel que lo protegen, aumentando su tiempo de supervivencia fuera de un cuerpo, y, por lo tanto, aumentando la probabilidad de contagio para nosotros”.
GRANDES MITOS EN TORNO A LOS RESFRIADOS
El primero, el del zumo de naranja, cargadito de vitamina C. Todos hemos sido perseguidos por nuestras abuelas con un vaso de zumo de naranja en la mano y el consabido “abrígate que te resfrías”. ¿Y de dónde viene ese mito? De los años 70, cuando el Nobel Linus Pauling empezó a promocionar su consumo basándose en un ensayo clínico y sus conocimientos de Biología, sin realizar luego las oportunas comprobaciones ( es decir, basarse en el principio de reproducibilidad). En este enlace podéis echarle un vistazo al resumen de un artículo de revisión donde se constata que no hay realmente beneficios evidentes de que consumir zumos repletos de vitamina C o tomar suplementos de esta vitamina nos protejan de los resfriados o los acorten. Ya sabéis lo que dice la Medicina Basada en la Evidencia: ¿hay pruebas sólidas que indiquen que es efectivo? ¿No? Pues nada.
El segundo, el del Actimel. Poco puedo contar de nuevo, que no haya sido comentado ya, tal como se puede leer aquí y aquí. Cuando se echa un vistazo a los artículos que hay sobre el tema, la mayoría son realizados por científicos del grupo Danone o colaboradores del mismo (así que no podemos hablar de imparcialidad),no queda claro que la metodología usada impida la existencia de sesgos o que los resultados se deban a otras causas, no hay una correlación clara entre los resultados y las conclusiones que permitan decir sin duda “sí, el Actimel es estupendo para reforzar las defensas) y las débiles evidencias que ofrecen están magnificadas y exageradas por la publicidad. Mientras no haya pruebas sólidas, decir que tomar un Actimel diario fortalece las defensas y permite sufrir menos resfriados es sostener un mito.
El mito de que hay que abrigarse bien para evitar resfriados ya está explicado más arriba. Hay que abrigarse para defenderse del frío, pero no nos asegura que nos defienda por completo de los virus que pululan por ahí.
En cuanto a los antibióticos, no me cansaré de decirlo ni se me caerán los dedos de escribirlo: no tienen efectividad alguna frente a infecciones causadas por virus. Los antibióticos son para las bacterias. Así que olvídate de pedirle a tu médico de cabecera que te recete antibióticos para el resfriado común o la gripe, no sirve para nada, aparte de hacerte gastar unos euros y alterar tu propia flora bacteriana.
Con esto espero no haber dejado ningún fleco suelto. Hala, a cuidarse y esperar que mejore el tiempo
Nota: entrada meneada. Muchas gracias
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