Una de las cosas que más me han impactado cuando he rotado tanto de estudiante como de residente en la UCI es la donación de órganos y tejidos para transplantes.

En España la donación de órganos y tejidos para transplante es gratuita, altruista y anónima, de modo que nadie cobra por la donación de órganos y ni el entorno del donante ni el receptor y su entorno conocen quiénes son cada uno.

El transplante es la medida más eficaz frente a ciertos problemas graves de salud para los que no se tiene alternativa alguna. Los órganos que se usan para transplante son corazón, riñones, pulmones, hígado y páncreas. Los tejidos empleados son médula ósea, córneas, piel, válvulas, vasos sanguíneos y huesos. Es posible donar sólo algunos órganos o tejidos o donarlos todos, depende del deseo de la familia o de la persona en cuestión, según lo que manifestara en vida.

En un principio cualquier persona es donante potencialmente; se excluyen a quienes padezcan enfermedades infecciones transmisibles y quienes sufran cáncer por posibilidad de reproducir dichas enfermedades en el receptor.

Para poder realizar esa donación es estrictamente necesario que:

- Esa persona haya fallecido en un hospital, en una UCI y que la causa de la muerte sea una lesión cerebral que lleve a la muerte cerebral. No se admite ninguna otra posibilidad, para evitar ilegalidades o muertes sospechosas.

- Se tiene que comprobar que aunque el cerebro esté muerto, el cuerpo mantiene el funcionamiento de sus órganos porque está conectado a una máquina de respiración artificial y recibiendo medicación para mantener las constantes vitales. Impresiona mucho ver a alguien que se sabe que está muerto y se le mantiene durante un tiempo con vida de forma artificial, lo justo para poder realizar la extracción y el posterior transplante con éxito.

- El diagnóstico de muerte cerebral lo emitan 3 médicos distintos a los que van a realizar la extracción y el transplante de órganos. Tienen que comprobar de forma clara y sin lugar a dudas que el cerebro no responde a ningún estímulo y está completamente inerte.

Muchas personas preguntan si el cuerpo del donante quedará “presentable”. Así es, el cuerpo se lleva al quirófano, se extraen los órganos en una intervención que dura como máximo 6 horas y al coser se reconstruye para que no se note de ninguna manera la operación, quedando lo mejor posible. Esos órganos extraídos son conservados durante un tiempo determinado, ya que cada órgano y tejido tiene una capacidad de aguante frente al paso del tiempo diferente, y transplantados de inmediato a quienes lo necesitan, que han sido previamente avisados para ir lo antes posible al hospital.Algunos tejidos se pueden ultracongelar para conservarlos durante días.

Es importante remarcar que la donación de órganos y transplantes no interfiere con el funeral, la hora a la que se debe enterrar al difunto permanece inalterada, con donación o sin ella. Que nadie tema que al abuelo se le vaya a enterrar un día más tarde y haya que avisar a las tías que vienen del pueblo.

En España está completamente prohibido el tráfico de órganos, quedando perfectamente clara la procedencia altruista y voluntaria de los órganos y tejidos y siguiéndose un circuito específico desde la muerte cerebral de una persona hasta el transplante que se mide y evalúa de forma minuciosa para evitar fallos e ilegalidades. Hay muchos mitos y bulos rondando por ahí, no los comento por no alargar en exceso el artículo, pero si queréis lo podemos debatir en los comentarios.

Bibliografía empleada:

Información sobre transplante de la Junta de Andalucía

Gisbert, Juan Antonio. Medicina Legal y Toxicología. Masson. Barcelona 2005.

 

 

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Esta carta comienza sin encabezamiento ni saludo; me suena muy seco soltar un hola sin más y me cuesta trabajo poner por delante un “estimado” o “querido” como me enseñaron de pequeña en el colegio que había que comenzar las cartas según la persona a la que me dirigiera.

Ha llovido bastante desde que en 1998 Andrew Wakefield presentara una serie de casos con el pomposo título “Ileal-lymphoid-nodular hyperplasia, non-specific colitis, and pervasive developmental disorder in children” , lanzando una osada hipótesis que posteriormente fue tomada como una gran verdad por ciertos grupos: que había cierta conexión entre la vacuna triple vírica y el autismo. Se trataba de un artículo mal escrito, sin una hipótesis bien estructurada ni unas conclusiones bien definidas. Dicho artículo era una serie de casos clínicos, 12 niños con problemas intestinales y problemas de conducta, fundamentalmente autismo, comentando que los padres creían que los problemas de sus hijos habían comenzado al poco tiempo de administrarles la vacuna triple vírica contra sarampión, rubeola y parotiditis. No se demostró causalidad ninguna ni se lograron unos resultados que apuntaran firmemente hacia esa relación. No se hizo un estudio exhaustivo, tan sólo se describió una docena de casos. Nada más.

Nadie quiso pararse a pensar que no es lo mismo un artículo con la presentación de una docena de artículos clínicos que un ensayo clínico, un estudio de cohortes o un estudio ecológico, por poner otros ejemplos. Ninguna de las personas que apuntaron con el dedo a las vacunas se paró a examinar la metodología del trabajo de Wakefield con enormes sesgos y fallos ni se preguntó por su conflicto de intereses, por ejemplo estar implicado en una patente relativa a una nueva vacuna contra el sarampión. Tampoco se preguntaron por qué, en contra de lo que establece el método científico, no se consiguió replicar en ningún laboratorio los hallazgos que comentó Wakefield. Se taparon los oídos y los ojos ante los sucesivos estudios que demostraron una y otra vez que no había evidencia alguna de relación entre la vacuna triple vírica y el autismo. Miraron a otra parte cuando salió a la luz que un bufete de abogados que estaba preparando una demanda contra los impulsores de la vacuna triple vírica a instancia de los padres de algunos niños pagaban 50000 libras en concepto de asesoría a Andrew Wakefield. Y escondieron la cabeza como las avestruces al saber que se realizaron pruebas invasivas a esos niños, por ejemplo una colonoscopia, sin haber conseguido el permiso del comité de ética.

Con todo lo que he contado, entenderán que me preocupe y enfade ante los recientes brotes de sarampión. Que vea adultos mal vacunados o que no fueron vacunados por miedo de sus padres a las vacunas pasándolo mal con fiebre de hasta 40ºC y un exantema generalizado que les aterra. Que vea niños que no sólo no son vacunados sino que sus padres se jactan de su buen estado de salud, ¡claro, no se contagian porque los otros niños están vacunados y frenan la transmisión de persona a persona de esos virus y esas bacterias!¡Viva la Salud Comunitaria!. Me enfado al conocer las “fiestas del sarampión” donde padres antivacunas organizan una fiesta en caso de tener un niño con alguna enfermedad infecciosa y fácilmente frenable gracias a las vacunas, para que se contagien todos y “fabriquen defensas naturales“. Con esto demuestran un inmenso desconocimiento de lo que es el sistema inmune, demuestran un tremendo desconocimiento acerca de qué es una vacuna y, sobre todo,caen en la falacia de “lo natural es lo más sano“. Me enfado tras ver continuamente a personas jóvenes o de mediana edad luchando por su vida en la UCI ante las complicaciones que, aunque no tan frecuentes, no son inexistentes en este tipo de enfermedades. Me enfado porque la Seguridad Social pone a disposición de los pacientes un calendario vacunal, facilidades para hacerse una serología y ver su nivel de anticuerpos, facilidades para vacunarse. Por Dior y Chanel, usen por una vez en sus vida la frase “yo pago impuestos y tengo derecho a esto”, no sólo cuando tardan 15 minutos en atenderles en Urgencias porque tengan una uña encarnada en el dedo gordo del pie.

Hace muchos años lo natural era no llegar a los 50 años y si se llegaba, se hacía en un deplorable estado de salud. Hoy tenemos vacunas y medidas higiénicas que nos permiten vivir bien, vivir mejor. No seamos cándidos ni nos dejemos engañar. En 2004, The Lancet publicaba una retractación parcial del artículo. En 2010 estalló finalmente el escándalo, con una retractación total.

Nota: el 13 de Mayo Lucas Sánchez estará en la Politécnica de Barcelona hablando de vacunas. Muy recomendable si os preocupa este tema.

Además de los enlaces reseñados en el artículo, se ha usado la siguiente bibliografía:

Goldacre, Ben. Mala Ciencia. Paidós 2011.

The Lancet retracts Andrew Wakefield’s article

Brian Deer: Solved the riddle of MMR

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No soy fumadora ni he fumado nunca. Soy alérgica al humo de tabaco, si me meto en un sitio donde se fume me pican los ojos, empiezo a estornudar y se me tapona la nariz enseguida. La nueva ley que prohíbe fumar en unos cuantos sitios me beneficia y ha hecho que salga más de bares al no sufrir los incómodos efectos del humo. Tengo amigos fumadores y he vivido con ellos sus intentos de dejar de fumar, sus recaídas en las que yo estaba al lado de la ventana o el balcón “aireándome” mientras encendían nuevamente un cigarrito.

Hace poco me enteré de una iniciativa llevada por médicos de familia, Mi vida sin tí, en la que se ofrece consejos y ayuda a quien quiera dejar de fumar. No es una tarea fácil y esta herramienta me parece muy interesante. He cotilleado en la página y la veo muy completa: preguntas más frecuentes, folletos, vídeos, un foro e incluso una lista de correo. Tal como ellos comentan, “Dejar de fumar es una de las intervenciones de más impacto en la salud de una persona. Supera con mucho otras intervenciones del sistema sanitario.”

Aquí tenéis uno de los vídeos, para haceros una idea de lo que en ese blog ofrecen:

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